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2020, las evaluaciones
El peor momento de la clase surgía cuando el maestro nos hacía arrancar una hoja en blanco del cuaderno y aplicaba un examen. Calificar nuestra actuación a través de un análisis preciso, pero también el de otros que conjugaron este año de plaga, miserias, llantos, pérdidas para la mayoría y múltiples ganancias para unos cuantos, aquello que obtienen de las tragedias sus ventajas; como siempre y en cualquier parte, la tragedia es el mejor de los negocios.
Por lo tanto, la evaluación del 2020 se efectuará de acuerdo a los protagonistas con base en palomitas o puntos buenos, tachas o reprobatorios y medios puntos.
LA PRIMERA PALOMITA va para la sociedad civil que, como siempre, remedia las tragedias, ahora no con la solidaridad, sino con el aislamiento en casa y la salida de ella solamente para la compra de víveres o alguna emergencia; para los trabajadores y empleados que asistieron diariamente a sus labores en múltiples actividades cubriéndose con tapabocas y lentes, guardando sana distancia, sanitizando sus zapatos, lavándose las manos continuamente y atendiendo las medidas de seguridad; para las empresas que permitieron el trabajo en casa, lo que fue un descubrimiento fantástico que valoró esa labor de arreglar la casa y al mismo tiempo inauguró una nueva opción para muchas empresas de administración, diseño y servicios; para las madres y padres de familia que regresaron a sus tiempos de escuela para apoyar en la tarea a sus hijos, que al final también evaluó los conocimientos de ellos o al menos la necesidad de consultar cómo hacer o resolver.
LA PRIMERA TACHA es para los gobiernos –llámense federal, estatales y municipales– que mostraron la falta de preparación y de solidaridad con los sucesos. El gobierno de cuarta casi llevó a la ruina a la economía del País ya que, si bien es cierto fue necesario encerrarnos en cuarentena, no suspendió el cobro de obligaciones patronales ni obreras; no declaró una suspensión temporal de diversos impuestos que impactaron en la economía familiar; mintió acerca de la evolución de la pandemia y sus mensajes trajeron la confusión y el caos; su manejo de la información fue político y como siempre culpó al que se asomara y lo contradijera de lo que acontecía, enviando mensajes a través de cajas chinas para distraer la atención de la pandemia, de la economía y de las obras de relumbrón e inútiles, y lo peor es que sigue la mata dando con ese tema de las vacunas de agua pintada.
Los gobiernos estatales también se apoltronaron en declaraciones y fueron incapaces –salvo honrosas excepciones como Nuevo León, Tamaulipas y Guanajuato– de suspender sus alcabalas como los impuestos sobre nóminas, derechos vehiculares, contribuciones y derechos locales.
Los gobiernos municipales siguieron permitiendo los famosos tianguis diarios por colonias en las ciudades y pueblos con las mínimas medidas de seguridad y los contagios al por mayor (¿sabía que cada tianguis deja a los municipios no solamente ganancias semanales, sino también apoyos políticos de lideresas?), o la celebración de festejos desde primeras comuniones, bodas, etcétera, como la de la hija del encargado de los dineros de Coahuila.
SEGUNDA PALOMITA. A los médicos y personal de las clínicas y hospitales públicos, llámese Secretaría de Salud, ISSSTE, IMSS y hospitales estatales, que no solamente cumplen con su trabajo sino que arriesgan su vida con la atención a pacientes de un virus que no se alcanza a controlar y es letal. Todo ello con instrumental y equipo de protección deficiente, jornadas extenuantes y poco reconocimiento.
MEDIO PUNTO. Para los hospitales particulares que se hicieron de medicamentos, instrumental y equipo, pero que aumentaron indiscriminadamente sus tarifas de estadía .En este aspecto sólo quien tiene dinero suficiente (un promedio de 2 millones de pesos) o seguro de gastos médicos mayores podría salvar su vida en un porcentaje de 70 por ciento más que en una institución pública.
SEGUNDA TACHA. Para los laboratorios de medicamentos que aumentaron los precios de fármacos preventivos como la ivermectina, que en febrero costaba 16 pesos la dosis de dos pastillas y hoy cuesta 400 pesos en la Benavides o la del Ahorro.
Para los médicos particulares que continuaron con las mismas tarifas acordadas por la mafia de la bata blanca de cada ciudad o pueblo y no le bajaron en vistas de humanidad ante los padecimientos comunes de la población.
Tacha también para los epidemiólogos, la más pinchurrienta de las especialidades médicas, cuya labor refiere sólo la estadística. ¿Por qué el gobierno no llamó a los más preclaros infectólogos y neumólogos para atacar la pandemia?
La ignorancia, mala fe, simulación y ambición están brotando en esta pandemia que aún no toca fondo en México. Compadre Roberto, ¿qué esperas para salvar a la humanidad?