2018, el año de las mujeres (II)

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2018, el año de las mujeres (II)

La semana anterior realizamos en este espacio una afirmación en contra de la cual no solamente podrá levantarse un muro de escepticismo, también podría tildársele de exageración. Este naciente 2018, dijimos hace una semana, “será recordado, necesariamente, como el año en el cual inició, en términos reales, la transformación de los patrones socioculturales responsables de las múltiples formas de discriminación hacia las mujeres”.
 
Referí en la pasada colaboración la más significativa característica de la nueva Legislatura del Congreso del Estado: su composición mayoritariamente femenina. Creo necesario complementar hoy el comentario con algunos apuntes adicionales surgidos de los primeros acuerdo adoptados por quienes integran esta “histórica” generación de representantes populares.
 
Comencemos por las malas noticias. En primer lugar debe señalarse cómo, pese a la indiscutible mayoría femenina y la presencia de mujeres en los cuatro grupos parlamentarios integrados en el Congreso (PRI, PAN, UDC y Morena), ni uno sólo de estos es encabezado por una mujer.
 
La coincidencia de criterio de los cuatro partidos poseedores de un grupo parlamentario, a la hora de elegir a su líder, conduce al segundo hecho significativo: de los cinco integrantes de la Junta de Gobierno (el órgano donde realmente reside el poder en el Congreso), cuatro, es decir el 80 por ciento del total, son hombres. Tan sólo una mujer -la representante del PRD- y acaso eso se deba a ser la única representante de su partido en el Congreso.
 
Y del anterior rasgo deriva el tercer aspecto digno de señalamiento: siendo esta la primera Legislatura en la historia de Coahuila en la cual tres partidos distintos presidirán la Junta de Gobierno (el primer año el PRI, el segundo el PAN y el tercero UDC), en ninguno de los tres casos será una mujer quien aparezca en dicho cargo.
 
La conclusión es obligada: habiendo conquistado el éxito en el terreno cuantitativo (ocupan el 56 por ciento de las bancas), queda claro cómo las mujeres tienen un largo camino por recorrer en el terreno cualitativo pues al menos en esta Legislatura sus contrapartes varones se las arreglaron para, aún en minoría, marginarlas del ejercicio real del poder.
 
No todo son malas noticias. Dada la peculiaridad de contar el Congreso de Coahuila con 25 comisiones (probablemente para permitir a cada integrante de la Legislatura coordinar una), la mayoría de las comisiones (14) son encabezadas por mujeres y sólo 11 por hombres.
 
En términos del “control” de las comisiones por género, los números son idénticos: en 14 comisiones las mujeres son mayoría y sólo en 11 existe un número superior de hombres. Aunque aquí existe una particularidad digna de ser destacada: seis de las 25 comisiones (la cuarta parte, en números redondos) están integradas exclusivamente por mujeres y no existe una sola comisión integrada exclusivamente por varones.
 
Y no estamos hablando de comisiones “de relleno” o “sin importancia”, sino tan relevantes como la de Finanzas, Defensa de los Derechos Humanos o Energía, Minería e Hidrocarburos. Valdrá la pena seguir de cerca el trabajo de comisiones como estas, donde todas las voces son femeninas, y evaluar el tipo de resultados ofrecidos.
 
Finalmente, un dato más o menos anecdótico: dos comisiones (Auditoría Gubernamental y Cuenta Pública, la primera; y Salud, Medio Ambiente, Recursos Naturales y Agua, la segunda) tienen mayoría femenina, pero son encabezadas por un hombre. El equilibrio se alcanza porque otras dos (Desarrollo Rural y la Instructora de Juicio Político y de Declaración de Procedencia en Materia de Responsabilidad Penal) cuentan con mayoría masculina, pero son encabezadas por una mujer.
 
Además de las señaladas 25 comisiones, el Congreso de Coahuila cuenta con cuatro comités (de Adquisiciones, Editorial, de Gestoría y Quejas y de Seguimiento de Acuerdos). Sólo uno -el de Seguimiento de Acuerdos- es encabezado por un hombre, pero en los cuatro las mujeres son mayoría.
 
Así pues, en el terreno de la integración de comisiones y comités, las mujeres ocupan posiciones acordes con su mayoría numérica y ello nos coloca frente a la posibilidad de comenzar a reseñar la discusión y construcción de acuerdos con una visión diferente a la dominante hasta ahora.
 
ARISTAS
 
Las cifras hasta aquí detalladas sólo se hacen cargo del aspecto cuantitativo en la integración del órgano de gobierno, así como de las comisiones y comités del Congreso. No ignoro ni soslayo, desde luego, el elemento complicado en la integración del “bloque femenino” de la actual Legislatura: no es un grupo homogéneo sino uno integrado por representantes de cinco partidos distintos.
Pese a ello es de esperarse, sobre todo en el caso de las comisiones integradas sólo por mujeres, la realización de un trabajo en el cual pueda apreciarse claramente la perspectiva femenina como diferencia cualitativa.
¡Feliz fin de semana!
 
@sibaja3