2016, año determinante
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2016, año determinante
El año inicia con muestras de crisis en no pocos aspectos: el económico, el político y el educativo (dejo de lado violencia, impunidad, corrupción y desánimo).
Nos dieron dos regalitos de año nuevo: bajó el precio de la gasolina y el de la electricidad. Tales apoyos (un dos por ciento en electricidad y 14 centavos menos por litro de gasolina) no representan absolutamente nada para una familia.
Se ven superados de inmediato por aumentos en otros rubros. No es que no considere uno esa ayuda como esfuerzo del Ejecutivo, pero su alcance no significa nada.
A una familia de clase media baja quizás le llegue el recibo de la luz por seis pesos menos al mes, lo que no se traduce en algo que sienta como beneficio. El Gobierno federal regaló 10 millones de aparatos de televisión que es preciso anotar como un logro. Ahora bien, ¿qué verán en esas pantallas los pobres?, verán a los gobernantes, los partidos políticos, deportes, telenovelas y caricaturas.
Si dejamos de lado esos pequeños alicientes para las masas, lo que viene en 2016 es la definición de País que se impondrá y, en lo que toca a Coahuila, el dominio brutal del PRI. La salida del gabinete presidencial de Emilio Chuayffet y Enrique Martínez muestra que ya se prepara el relevo y que no hay piedad. La Secretaría de Educación es la que cuenta con mayor presupuesto y, más aún, la que es una vitrina. Aurelio Nuño llegó con la espada desenvainada, por un lado, y como actor principal, por el otro. Aparece en televisión más tiempo que el Presidente y el secretario de Gobernación. Impresiona que en una televisión que debería ser crítica y cultural, como el Canal Once del Politécnico, le dediquen todos los días, sin excepción, primeros planos y noticias positivas: Nuño reprimiendo a los maestros de la CNTE, Nuño platicando con una chiquilla, Nuño leyendo un cuento a alumnos de primaria, Nuño entregando una tableta. Le pusieron las cadenas televisivas a su servicio para promoverlo políticamente. Veremos qué pasa con los otros dos candidatos peñanietistas.
En Coahuila hay más aspirantes que nunca para suceder a Rubén Moreira. Se mencionan nueve del PRI y dos independientes.
Surgirán otros entretanto pasa el tiempo. De los muy nombrados vemos a varios saltillenses. Creo que Saltillo ya fue demasiado representado. Pero no se ven candidatos de otros lugares con experiencia y alguna cualidad importante. De La Laguna hay dos, uno que ha hecho un papel muy modesto en Torreón y el sampetrino, que ha tenido actuaciones serias en diferentes cargos. En lo tocante a formación académica sólo hay dos que tienen en su haber una ilustración de importancia: Armando Luna Canales y Javier Guerrero.
Pero el partido no ve ni la experiencia ni la preparación ni los resultados de cada uno: le importa la reproducción. Louis Althusser decía hace tiempo que un sistema político e ideológico que no se reproduce muere. Difícil pedirle al PRI que cambie.
En lo que toca a las 38 alcaldías no hay duda de lo que viene. Uno de los destapes más burdos tuvo lugar en General Cepeda cuando el Presidente Municipal informó a gritos a los que se oponían al Cimari que lo sucederá su esposa y que luego el volverá a reelegirse y que después vendrá su hijo (esto fue público y está grabado). Pero las próximas presidencias tendrán un año de duración, cosa que no es tan seductora, excepto si se deja a cargo a un incondicional.
¿Qué rostro quiere ponerle a México, a Coahuila y a Saltillo para los años que vienen?, ese esbozo tendrá lugar, desgraciadamente, en 2016. Del PRD estatal muy poco puede esperarse. El PAN está ocupado en sus querellas. El Verde es priísta, o sea que no tiene importancia en sí. ¿Qué nos queda?, Morena inicia su vida coahuilense con pleitos internos pequeño—burgueses y se desentiende de sus propios militantes de base. Sólo el PRI es sólido, pero sólido para su reproducción. A no ser que suceda algo: nunca se sabe. ¿Por ejemplo qué?, alguna noticia, una ruptura, nuevas alianzas, fracasos del gabinete presidencial. Carlos Marx escribió en su juventud que el Estado sólo sirve para crear en el pueblo la ilusión de que todo funciona. El Estado Mexicano insiste en ello, pero no podemos seguir teniéndole fe a un sistema en que casi nada funciona bien para nosotros.