1968, el año que vivimos en peligro; análisis de investigador saltillense

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1968, el año que vivimos en peligro; análisis de investigador saltillense

Con base en un encuesta entre estudiantes de Saltillo, el maestro universitario analiza la visión de la juventud del siglo 21 sobre la tragedia de Tlatelolco

ALFONSO GONZÁLEZ

De las respuestas de los jóvenes de entre 15 y 23 años de edad —identificados como “centennials”— a las preguntas de VANGUARDIA, la primera me resultó la más significativa:

“Cuando escuchas la fecha ‘2 de octubre’, ¿qué es lo primero que se te viene a la mente?”.

Poco más de la mitad (54%) respondió “Nada”. Eso puede significar muchas cosas:

a) Desconocimiento, porque el suceso ocurrió no sólo hace 5 décadas y a 900 kilómetros de distancia, sino que la prensa nacional informó sobre los acontecimientos en una era de mucho mayor censura y los boletines del Gobierno Federal fueron el leve eco que llegó a Saltillo, por lo que los ciudadanos no le dieron mayor importancia.
b) Porque se habló de que se recuperó la paz y todos, siempre, están de acuerdo con vivir en paz.
c) Porque a los jóvenes se les tachó de revoltosos en una época en que su participación en la toma de decisiones se limitaba a callar y obedecer.
d) Porque se decía que eran comunistas y eso, aún hoy, sigue estigmatizando a quienes luchan por sus derechos, aunque no lo sean.
e) Porque las Olimpiadas eran bien padres, y en ese año llegó la televisión a color a los hogares más pudientes y era un espectáculo muy bonito.
f) Porque no les explicaron en el hogar ni en la escuela sobre el evento más trágico del siglo 20 en México, como fue el asesinato de jóvenes estudiantes indefensos, que fueron cazados por fuerzas armadas, legítimas e ilegítimas, para salvar la imagen de un gobierno más preocupado por el inicio de los Juegos Olímpicos de 1968 que por resolver las demandas estudiantiles y sociales que habían escalado a niveles políticos sobre derechos y respeto.
g) Porque el modelo capitalista y neoliberal nos hizo más individualistas que solidarios con las causas sociales.
h) Porque la información que reciben y buscan los jóvenes de hoy a través de la tecnología actual se basa en las redes sociales, en los juegos interactivos y en un océano abrumador de datos que no dan tiempo de pensar en otra cosa que no sea lo actual y entretenido, además de hacer la tarea.
i) Por otras razones.
j) Por todas las anteriores.

 

Aún después de 50 años, y a la poca atención escolar al tema del 68, con las subsecuentes discusiones, resulta muy interesante que los jóvenes de entre 15 y 23 años no sienten libertad y seguridad para manifestarse.

De hecho, el Gobierno es potencialmente represor y ha llevado a cabo golpizas, detenciones y agresiones en manifestaciones ciudadanas a lo largo y ancho del País, con la diferencia de que los jóvenes de hoy ya se enteran porque los medios electrónicos móviles han convertido a los ciudadanos en foto-reporteros que registran y suben a la red los hechos, mismos que se comparten y se vuelven virales, y ahora resulta difícil que pasen desapercibidos.

Estos jóvenes de hoy tienen más confianza en que Andrés Manuel López Obrador los escuchará y atenderá mejor, debido, seguramente, a que 30 millones de mexicanos salieron a votar por él y se generó mucha discusión en torno a su proyecto de hacer una diferencia en temas de justicia y el combate a la impunidad y a la corrupción.

Se visualizan los jóvenes medianamente activos en la defensa de sus derechos, pero no sabemos la fundamentación de esa creencia. Tal vez se refieren a estar más activos en las redes sociales, que es una realidad que dominan y que en otros países se han convertido en una estructura organizada para enfrentar a gobiernos opresores.

Los encuestados culpan al Gobierno en mayor medida de la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa, muy probablemente por la cercanía en el tiempo (4 años), porque ocurrió en este sexenio que aún no concluye y por los medios conectados al internet que no han permitido que el evento pase al olvido como tristemente pasó con el “¡2 de octubre, no se olvida!”.