125 años de la Diócesis
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125 años de la Diócesis
La erección de la Diócesis de Saltillo tuvo lugar hace 125 años. Desde su fundación, Saltillo formó parte de la Diócesis de Guadalajara, luego cambió a la de Guadiana (Durango), pasó a la de Linares (Monterrey) y en 1891 se creó la de Saltillo, que se extendía al Estado de Coahuila. Ésta se partió para erigir la de Torreón y más recientemente, ya con don Raúl Vera, se le quitó la parte norte con la Diócesis de Piedras Negras. Últimamente se menciona la posibilidad de extirparle el centro de Coahuila para instaurar una Diócesis de Monclova.
La palabra Diócesis viene del griego y significa administración (inicialmente se refería al hogar). Cuando la primitiva iglesia empezó a crecer y se formaban comunidades suficientes se vio prudente poner alguien que vigilara la ortodoxia de la fe (evitar desviaciones) y las mismas comunidades nombraban democráticamente a su obispo. Esto es tan claro que, por ejemplo, San Agustín, que tras su conversión quiso vivir en una cueva para expiar sus pecados, el pueblo entero lo eligió obispo en asamblea. Aquél trató de negarse pero la gente le dijo algo así como: “aquí te friegas, porque ya decidimos” (como el asunto fue en latín espero no faltar al sentido profundo).
El término obispo significa, en griego, ver desde más arriba y se forma con “epi” (encima, arriba) y “skopeo” (veo): los veo de lo alto.
Si nos parece un poco alejado pensemos que en latín se escribe “episcopus”.
Una Diócesis era creada porque ya había muchos creyentes y había que atenderlos.
Recuerde que la Iglesia obliga al obispo a que haga al menos una visita pastoral a toda su Diócesis una vez cada cinco años.
Le parecerá a usted algo cercano a la indolencia, flojera y desidia, pero no. Piense en el obispo de Guadalajara Alonso de la Mota y Escobar, que llevó a cabo su primera visita pastoral en 1603. En ese momento tenía una Diócesis de más de un millón de kilómetros cuadrados, ¡imagínese, hacerlos en mula y carreta! Pasó por Saltillo y escribió en su diario que: “Es esta villa del Saltillo población de españoles que en tiempo fueron soldados y ahora son labradores de trigo, que con ocasión de las muchas tierras y aguas que esta villa tiene, han hecho muy buenas heredades y labores, todas de riego… Es de temple muy sano por ser frío y abunda de muchas tierras llanas y de montañas de arboledas silvestres… Tiene de 15 a 20 vecinos españoles”.
Por una feliz casualidad fui invitado a dar dos pláticas con motivo del cumpleaños de la Diócesis, una en Saltillo y otra en Monclova.
Aquí hablé poco tiempo porque había muchos invitados de organizaciones sociales. También habló el señor Obispo.
Expliqué las formas tan particulares de la implantación de la religión cristiana en la región. La distancia respecto a lo que sucedió en Mesoamérica es abismal. Allá se implantaron las creencias de forma muy vertiginosa puesto que al someter al tlatoani todos se sometían y al bautizarlo los demás aceptaban la religión. Además, había muchos parecidos entre las concepciones religiosas de españoles y mexicas, lo mismo en su organización social. Lo contrario sucedió acá con los nómadas. No les entraba el Evangelio ni a golpes. ¿Y cómo habían de aceptar a un dios fracasado, crucificado, muerto? En cambio tuvieron una relación muy palpable y cálida con la Virgen María. Dirigí una buena tesis de Víctor Hernández sobre el tema.
Crear una Iglesia entre indígenas nómadas no fue un regalo del cielo sino todo lo contrario, y no por culpa de los indios, que en los primeros momentos recibieron pródigamente a los extraños (colonos y religiosos). Esa actitud de hospitalidad, que era casi universal, se topó con lo peor que España propició: la esclavización de los indios norteños denunciada por los obispos Zumárraga de México, Las Casas de Chiapas y, sobre todo, León y Garabito de Guadalajara. Por supuesto que los indígenas rechazaron la religión y la civilización que la proponía.
Tardaría más de un siglo la implantación del cristianismo. Existen escritos en abundancia sobre la difícil tarea de crear comunidades de creyentes en Coahuila. E Iglesia significa, precisamente, asamblea de creyentes (del griego “en”- “klesis” (donde están los llamados).