100 años del surrealismo místico de Carrington

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100 años del surrealismo místico de Carrington

Hoy recordamos a la pintora que narró los horrores de los vestigios psicológicos de la guerra en un perturbador legado literario y pictórico.

Hoy es un buen día para recordar que México tuvo a una mujer emblemática de la pintura y la literatura: Leonora Carrington y su “surrealismo esotérico” cumplen 100 años, gestando un legado basado en la astronomía, los conflictos sociales y el misticismo. 

Carrington nació el 6 de abril de 1917 en Lancashire, Inglaterra, para más tarde mudarse a Londres no solo para estudiar en la academia de arte Ozenfant, sino para iniciarse en el movimiento surrealista directamente de la mano de su fundador el pintor alemán Max Ernst, con quien más tarde tuvo una relación sentimental. 

A partir de ahí, con tan sólo 20 años, Carrington inició una vida antifascista que la llevó a convivir con los más grandes del movimiento surrealista tanto en plena libertad como en el exilio, convirtiéndose en una figura emblemática para la pintura no sólo para México sino para varios de los países que pisó. 

Con estos puntos podrás conocer mejor la historia de Carrington, una mujer combativa con una obra intrigante basada en su lado más oscuro. La pintora murió en 2011.

1
Así se reconoce un Carrington
Las pinturas de Carrington comúnmente muestran escenarios sombríos muy cargados de elementos poco definidos, normalmente en colores otoñales como el ocre y el verde, inspirados en los pasajes más duros de su vida.
2
Niña rebelde
Carrington estudiaba en un colegio de monjas donde se metía en problemas por no saber llevar el comportamiento protocolario del catolicismo y la clase social a la que pertenecía, pues su padre fue un importante magnate inglés. Eso desató su adolescencia artística y el seguido rechazo de su familia.
3
Delirios creativos
Cuando Max Ernst fue capturado en París tras ser declarado enemigo del régimen de Vichy, Carrington se volvió muy inestable mentalmente, por lo que huyó a España donde su padre la internó en el psiquiátrico de Santander. Más adelante Carrington reconoció muchas veces cómo este periodo marcó decisivamente el rumbo de su obra.
4
El México onírico
Tras escapar del hospital psiquiátrico, Leonora emigró a México en 1942, viajando en varias ocasiones a Chiapas, donde observó los rituales de los curanderos locales, el comportamiento de la gente e incluso realizó esbozos de las deidades del Popol Vuh.
5
La eterna Carrington - Varo
Cuando llegó a México conoció a Remedios Varo, con quien tuvo una amistad profunda que trascendió la relación y se convirtieron en influencias mutuas, como ambas reconocieron en varias entrevistas. Es por ello que sus pinturas se parecen tanto.
6
Retratista de pesadillas
Su trabajo estuvo marcado por su escape de la Segunda Guerra Mundial y la cacería antifascista de los nazis. Además de sus delirios, Carrington se inspiró mucho de temas como la astronomía y el esoterismo así como los viajes astrales, el miedo.
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Codeándose con los grandes
Leonora estuvo cercana a los grandes expositores del surrealismo en les buenas y en les malas. Tanto en sus inicios, como en su exilio en varios países, convivió con Salvador Dalí, Pablo Picasso y Joan Miró.
8
La bruja de Breton
André Breton fue un cuidador muy estricto del movimiento surrealista y no temía someter a su severo escrutinio a cualquiera que se creyera representante del género. Leonora entró con facilidad al exclusivo club de Breton, pues él se enamoró de la histeria, la desviación y los profundos traumas que su pintura le aportaba al surrealismo.
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La magia de Leonora en Saltillo
En los 80, Carrington fundió esculturas de bronce que se inspiraban en las dificultades que se afrontan durante la vejez. En noviembre de 2012 se exhibió en Plaza de Armas “Cazadores de Sombras”, una muestra con 15 piezas de esta etapa de la artista.
10
No todo es tan malo
A pesar de lo místico y vivencial de su obra, varias de sus biografías (escritas por su historiadora Elena Poniatowska) aseguran que ella no se consideraba fatalista, sino una entusiasta por la vida cuyo miedo más grande estaba en la muerte, pues temía el momento de ya no poder ver la luz, tocar los pinceles y oler la pintura. Falleció el 25 de mayo de 2011.