10 reglas para entrenar en cualquier gimnasio

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10 reglas para entrenar en cualquier gimnasio

Foto: Tomada de Internet
Los entrenamientos grupales deben ser una ocasión para relajarse, pero cuando se violan las normas de etiqueta correspondientes, lo que debería ser un ejercicio catártico termina en fuente de irritación

Entre las renovaciones de mi casa, la política y frustraciones generales con quienes no saben lo que hacen, tengo el irritómetro alto. Gracias a Dios puedo entrenar en grupo.
Es el lugar donde me pongo contenta. Ahí me saco el estrés de la vida, que queda hecho un gran charco en el piso (y lo limpio apenas terminamos).

Los entrenamientos grupales deberían ser una ocasión para descomprimir, pero cada tanto, cuando se violan las normas de etiqueta correspondientes, lo que debería ser un ejercicio catártico termina convertido en otra fuente de irritación.

La mayoría de las violaciones suelen pasar inadvertidas para el infractor. No es justo mirar mal a una persona por violar normas que desconoce. Por eso, aquí van algunas de esas reglas para ayudarles a usted y a sus colegas a hacer que esa hora pueda llegar a ser la mejor del día.

    No usar el celular. Apáguelo. Guárdelo en la mochila. Haga eso por usted y por los demás. Seguir charlando con alguien por teléfono interrumpe la clase y es una falta de respeto a los miembros y al instructor. De ser necesario, salga para aceptar la llamada. Pero hágase un favor y no esté disponible durante una hora. Su cerebro y sus niveles de cortisol se lo agradecerán.

    No converse con los demás durante la clase. Si es algo que no puede esperar, salga. Esta infracción es particularmente atroz en el descanso, cuando todos buscan un momento de paz para tomar aire, alongar y relajarse antes de ir a batallar el resto de sus ajetreados días.

    No vaya si está enfermo. Si va a entrenar con neumonía, usted no es un superhéroe, sino un maleducado, porque está diseminando gérmenes y posiblemente poniendo en peligro la salud de los demás. Váyase a casa. Descanse. Vuelva cuando se sienta bien. Aquí estaremos.

    Tenga en cuenta el espacio disponible. Algunas clases se llenan mucho. Si sumamos los abrigos grandes y los bolsos deportivos, al poco tiempo la habitación se transforma en un campo minado de accidentes que esperan para suceder. Guarde con llave sus pertenencias. Lleve sólo lo que necesite. No ponga sus cosas demasiado cerca de alguien para no impedirle moverse. Un buen instructor sabe cómo adaptar la actividad a una habitación llena, pero su bolsón no necesita hacer ejercicio.

No se vuelva loco por los equipos. Si la clase está llena, hasta al gimnasio más equipado pueden faltarle artículos esenciales. No hace falta usar dos colchonetas para mayor comodidad al hacer abdominales. Con una alcanza.

    Escuche al instructor y siga sus orientaciones. No vaya a una clase de Zumba a hacer pesas. Aunque lo estimule la música, es una falta de respeto, distrae y confunde a los demás. Si necesita modificar su rutina, dígaselo a sus instructores, para que puedan realizar cambios seguros y eficaces.

    Vaya temprano. Si usted es nuevo, tómese algunos minutos antes de la clase para presentarse al instructor, manifestar sus inquietudes, hacer preguntas y averiguar qué equipos necesita. Además de responder preguntas, quizás su instructor quiera anunciar algo o darle una opinión a la clase.

    Vaya preparado. Lleve su botella de agua (preferiblemente, una que no se chorree si se cae) y una botella para limpiarse el sudor. No vaya a una clase de bicicleta fija con pantalones muy cortos. Podría rasparse, y eso duele. ¿El gimnasio tiene colchonetas para hacer yoga o cada uno trae la suya? Investigue un poco la clase antes de empezar, por internet o preguntándole a alguien en el gimnasio.

    Confíe en el instructor. Si recomienda pesas más livianas, por algo será. Un buen instructor sabe cómo sacarle todo el jugo a un entrenamiento. Está certificado y no para de aprender. Su objetivo es que usted entrene duro, pero a salvo y con un propósito.

    Diviértase. Entrenar es un privilegio, no un castigo. Si le incomoda bailar frente a los demás, no vaya al U-Jam. Pero si ahí usted suelta su diva interior, entonces sí vaya. El cuerpo está hecho para moverse. Busque el método que le haga cantar.