A 10 años de la explosión de la plataforma Deepwater Horizon la vida silvestre del Golfo de México sigue siendo afectada
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A 10 años de la explosión de la plataforma Deepwater Horizon la vida silvestre del Golfo de México sigue siendo afectada
Diez años después de la explosión de la plataforma de perforación Deepwater Horizon que mató a 11 trabajadores y desató una pesadilla ambiental en el Golfo de México, las compañías están perforando en aguas más y más profundas, donde las recompensas pueden ser enormes pero los riesgos son aún mayores que nunca.
Líderes de la industria y funcionarios del gobierno se dicen determinados a evitar que se repita el desastre de la plataforma petrolera Deepwater Horizon de BP, que derramó 507 millones de litros (134 millones de galones) de crudo que contaminaron playas desde Luisiana hasta Florida, mató a centenares de miles de animales marinos y devastó la economía turística.
Pero las reglas de seguridad adoptadas tras el derrame han sido parcialmente eliminadas como parte de las gestiones del presidente Donald Trump para aumentar la producción de crudo de Estados Unidos. Y datos del gobierno examinados por The Associated Press muestran que el número de inspecciones de seguridad declinaron en años recientes, aunque las autoridades afirman que las revisiones de registros electrónicos, sistemas de seguridad y componentes individuales de plataformas aumentaron.
Hoy en día, las compañías dependen cada vez más de reservas más profundas e inherentemente más peligrosas, donde las cuadrillas de exploración tienen que lidiar con una presión enorme y temperaturas del crudo que pueden alcanzar 177 grados centígrados (350 F).
Pese a una inversión de 2,000 millones de dólares realizado por la industria en equipo para atender una explosión como la de Deepwater Horizon, algunos científicos, exfuncionarios del gobierno y ambientalistas subrayan que las prácticas de seguridad parecen estarse debilitando.
“Me preocupa que en las industrias las lecciones no son aprendidas por completo _que están tendiendo a retroceder”, afirmó Donald Boesch, un profesor de la Universidad de Maryland que formó parte de una comisión federal que concluyó que la explosión de la plataforma de BP esa prevenible.
Tras el derrame, los gigantes de la industria crearon Marine Well Containment Co., que tiene equipo y embarcaciones listos para usar en caso de otro derrame grande.
“Toda la industria quiere asegurarse de que nada como eso puede suceder de nuevo”, dijo el director general de la compañía, David Nickerson, en las oficinas generales, cerca de Corpus Christi, en la costa de Texas.
Los líderes de la industria dicen que los cambios de reglas por el gobierno les permiten desviarse de estándares únicos que no siempre se ajustan a la presión de agua y otras condiciones en los pozos individuales.
Las compañías tienen además un interés financiero en evitar que se repita un accidente que le costó a BP más de 69,000 millones de dólares en gastos de limpieza, multas, honorarios y compensaciones legales.
El cambio de reglas bajo Trump, incluyendo pruebas de seguridad menos frecuentes, deberá ahorrarles a las compañías de energía 1,670 millones en una década.
Una revisión por la AP concluyó que las visitas de inspección por el Buró de Seguridad Ambiental, creado en 2010 tras el desastre, bajaron más de 20% en los últimos seis años en el Golfo.
El vocero del Buró, Sandy Day, dijo que los datos de inspecciones del gobierno analizados por la AP reflejan visitas de los inspectores a pozos, plataformas y otras instalaciones. Pero Day sostuvo que los datos no muestran los documentos electrónicos revisados remotamente ni el mayor tiempo dedicado a cada instalación y todas las tareas de inspección realizadas. Esas, dijo, han aumentado de 9,287 en el 2017 a 12,489 el año pasado.
“Cuando visitamos una instalación realizamos numerosas inspecciones de diferentes cosas”, explicó Day, incluyendo el equipo para prevenir accidentes serios. Añadió que los registros electrónicos permiten que más trabajo sea realizado desde tierra, en lugar de hacerlo en el sitio.
Los defensores de la industria consideran que la baja refleja un mayor énfasis en sistemas complejos que influyen en la seguridad y apuntan que hay menos plataformas, aunque más grandes.
A medida en que se agotan los pozos cercanos, el promedio de perforaciones aumentó constantemente en aguas más profundas, de unos 1,070 metros (3,500 pies) bajo la superficie en 1999 a más de 1,400 metros (4,600 pies) en 2019, de acuerdo con un análisis por la AP de datos del Departamento del Interior.
Perforar a más profundidad hace más difícil alcanzar los sitios en caso de una explosión u otro accidente.
En el último año, la industria comenzó a producir crudo de reservas de ultra alta presión en el Golfo, en las que las presiones son mucho mayores que en la Deepwater Horizon.
“Mayor riesgo, mayores presiones, temperaturas más altas, más dependencia en la tecnología, es simplemente un ambiente más difícil para trabajar”, dijo Lois Epstein, ingeniero civil de Wilderness Society, que participó en un panel del gobierno formado para mejorar la seguridad de perforaciones tras el desastre.
Derrame sigue afectando vida silvestre del Golfo de México
Una década después del peor derrame petrolero de Estados Unidos en el mar, siguen en peligro delfines, tortugas y otras especies del Golfo de México, de acuerdo con un informe.
El hecho de que el golfo continúe sin recuperarse totalmente “no sorprende, dada la gran magnitud del desastre”, dijo el autor del informe, David Muth, director del Programa de Restauración del Golfo de México de la National Wildlife Federation (Federación Nacional para la Vida Silvestre).
La explosión del 20 de abril de 2010 en la plataforma de perforación Deepwater Horizon causó la muerte de 11 trabajadores y la fuga de unos 795 millones de litros (210 millones de galones) de crudo de un pozo submarino antes de que lograran taparlo 87 días después.
Lo que siguió, según Muth, fue el mayor intento de restauración de todos los tiempos en el mundo, con miles de millones de dólares invertidos o prometidos en y para proyectos para restaurar el Golfo de México y sus ecosistemas, y otros 12.000 millones de dólares que se destinarán hasta el año 2032.
“Es una oportunidad que no debemos darnos el lujo de desperdiciar”, señaló, y agregó que los proyectos crean empleos.
En el informe, la NWF dijo creer que una gran parte del dinero debería destinarse a la restauración de estuarios, donde el agua dulce se mezcla con el agua salada del golfo.
“Los proyectos para restaurar humedales, reconstruir arrecifes de ostras, proteger hábitats importantes de la urbanización, y recrear los patrones naturales de los flujos de las aguas y de sedimentación ayudarán a muchas especies perjudicadas por el crudo. Además de proteger a la fauna, muchos de estos proyectos ayudarán a proteger a las comunidades costeras del aumento del nivel del mar y el clima extremo”, dice el reporte.
Durante una teleconferencia de prensa el martes, los expertos de la NWF destacaron la situación actual de algunas especies a las que el derrame afectó adversamente:
— Delfines. Muchos de los que viven en las zonas afectadas por el petróleo continúan teniendo dificultades y estando enfermos. Alrededor de 55% tenían enfermedades pulmonares, 43% exhibían reacciones anormales al estrés, 25% tenían bajo peso y 19% estaban anémicos, según el informe. Los delfines nacidos después de 2010 no están tan enfermos como los que estuvieron directamente expuestos al crudo, pero tampoco están tan saludables como los delfines nacidos en zonas que no fueron contaminadas con el petróleo. Los científicos afirman que las poblaciones afectadas de delfines podrían tardar décadas para recuperarse.
— La tortuga lora. Estos quelonios marinos que alguna vez enfrentaron la extinción en la década de 1960 fueron salvados principalmente mediante acciones conservacionistas hasta el derrame petrolero, debido al cual murieron hasta 20% de los ejemplares femeninos adultos. Los anidamientos han fluctuado en los años posteriores al derrame.
— Aves. Alrededor de 12% de los pelícanos cafés y 32% de las gaviotas reidoras americanas murieron en el norte del golfo debido al derrame. Aproximadamente un millón de aves marinas y costeras perecieron.
Los científicos calculan que “miles de millones, si no es que billones” de animales murieron o quedaron seriamente lesionados debido al petróleo, según una demanda que grupos ambientalistas entablaron en 2019. El gobierno declaró a la pesca en estado de desastre. BP señala que sus costos han rebasado los 60,000 millones de dólares.
En junio del año pasado, grupos ambientalistas impugnaron con una demanda una decisión del gobierno del presidente Donald Trump porque, según ellos, debilitó las normativas de seguridad dispuestas después del derrame.