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Mi Saltillo
El primer contacto con mi ciudad fue a través de los sentidos; aquel sol intenso del oriente que contrastaba con un cielo azul, marcaba el inicio de un día de fiesta, pues era la señal para ir a jugar beisbol en los llanos del “Triste”, sin embargo, esto no resultaba sencillo, siendo nosotros unos niños, pues allí mismo se localizaba la “Enramada”, la zona de tolerancia, recién reubicada de la calle de Terán por el gobernador Román Cepeda, y que se localizó justo a espaldas del edifico de la secretaría de Finanzas, para dar cauce a Pérez Treviño, esto a principios de los 50.
La otra puerta de entrada fueron los sabores de la infancia; las migas con huevo, el pan francés, la leche que nos dejaba en la ventana don Quico Dávila, la barbacoa dominguera, los festines navideños, en los que mi madre y mi abuela Virginia desplegaban una variedad de platillos, como la fritada de cabrito y los dulces de piñón, que se han alojado para siempre en mi cerebro.
Y qué decir de ese airecillo fresco que resulta un bálsamo para mitigar los calores del verano; es una delicia sentir su presencia en nuestros rostros y pulmones, y como olvidar las serenatas de Ceferino, el músico solitario que recordaba acompañado de su guitarra nuestros aniversarios.
Mi ciudad tiene cosas de que presumir, como ese servicio de limpieza que rivaliza en puntualidad y eficiencia con un apreciado saltillense; don Eduardo Suess. De niño recuerdo a los presos quienes con sus escobas de palma y los tanques de 200 litros barrían las vialidades, hasta que llegaron los derechos humanos y se prohibió esta actividad.
Años después tuve conocimiento de mi nacimiento en la parte española de la ciudad, es decir, al oriente de la calle de Allende, pues abrí mis ojos por vez primera sobre la calle de General Cepeda —donde topa Aldama—, junto a la casa de Trigio, aquel prodigioso quiropráctico que varias veces sanó nuestros huesos.
Acabo de leer en la edición del mes de julio de este año en la revista “Nexos” —una edición extraordinaria recomendada por mi buen amigo José Saucedo—, un artículo del historiador Enrique Florescano, donde escribe que desde el año de 1529 los tlaxcaltecas le solicitaron al rey Carlos V el rango de vasallos libres, no sujetos a encomienda, y que para 1545 ya contaban con un cabildo para administrar su territorio.
Apunta este especialista que: “Núcleos tlaxcaltecas se expandieron fuera de su provincia. La extensión llegó a Texas o Alta California en el norte, Centroamérica en el sur, hasta por lo menos Honduras y el Salvador”. Ellos fueron quienes luego se establecieron en nuestra ciudad —algunos por el rumbo del Ojo de Agua, los “Tecos”—, eran indios con dignidad y conocimiento de su lugar en el nuevo mundo, lo que es motivo de orgullo.
Quiero a mi ciudad, pero tal sentimiento no impide observar algunos de los problemas que la aquejan: suicidios —de niños incluso—, violencia familiar, manifestaciones de odio en las redes sociales, embarazos de adolescentes, a todos ellos los definiría como “males del alma”. Esto contrasta con los 30 o 40 millones de pesos disponibles en Coahuila para atender la salud mental, cantidad ínfima para hacer frente al problema. Para quienes todavía piensan que la deuda no impacta, aquí les comparto este dato.
Pero también hay carencias materiales, para ello basta observar las numerosas viviendas que literalmente se están derrumbando, así como el penoso estado de nuestras banquetas; “las banquetas asesinas”, como dice mi compadre Eduardo. Esto se nota principalmente en el centro histórico.
Por otra parte, siguen llegando inversiones privadas, lo cual es positivo y que contrasta con la debilidad de las finanzas municipales, explicable por la doble pinza; el peso de la deuda que nos heredó el mal llamado “Gobierno de la Gente,” y al apretón de recursos federales cortesía de la 4T.
Pese a ello, Saltillo mantiene su rostro en alto, con dignidad y entereza, sin doblegarse ante las dificultades, y para ordenar su crecimiento con visión a futuro, el arquitecto Ramiro Dávila Cabello, saltillense, de probada trayectoria profesional, experto en temas de planificación urbana, acaba de entregar al actual gobierno municipal su nuevo proyecto. Esperamos que por el bien de los habitantes de nuestra ciudad, dicho documento sea tomado en cuenta en el proceso de entrega-recepción para ser implementado por la siguiente administración.