Dinero con alas

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Dinero con alas

Hace días se dio a conocer el valor de los bienes incautados a dos ex servidores públicos coahuilenses y a un empresario de este estado, por parte de las autoridades estadounidenses quienes los acusan de diversos delitos de carácter patrimonial. El monto de dichos activos ronda los 47 millones de dólares, que a la paridad actual representan una cifra cercana a los 940 millones de pesos. Es pertinente señalar, que de esta cantidad, cerca del 92 por ciento corresponde a lo que tenía en su poder —o al menos una parte-, Javier Villarreal quien por lo visto llegó a estas benditas tierras con la espada desenvainada.

Surgen algunas preguntas: ¿es mucho o poco este dinero? y una muy interesante, ¿regresará ese dinero a Coahuila? Respecto a la primera de ellas, habría que tener un marco de referencia; si lo comparamos con el presupuesto de egresos de Coahuila para este año, representa el 1.8 por ciento del total, pero si lo relacionamos con el presupuesto de la Secretaría del Medio Ambiente la cosa cambia, pues el dinero incautado al ex Gobernador interino, al ex Secretario de Finanzas y al hombre de negocios, supera en 18 veces al asignado al organismo protector del ambiente; aquí si duele.

Duele porque con ese dinero, esa dependencia podría adquirir drones para mejorar el combate a los incendios forestales y comprar más estaciones para monitorear la calidad del aire que respiramos los coahuilenses.

Respecto a la segunda pregunta, creo que ese dinero no regresará a Coahuila; es decir, le salieron alas para nunca más volver. Trataré de explicar mi argumento. En primer lugar, y hasta donde se sabe, las autoridades mexicanas —nacionales y estatales--, no han perseguido estos delitos; sí, detuvieron a Villarreal, pero todo pareció un montaje, pues de inmediato el tamaulipeco fue liberado, y en el caso de Jorge Torres, su captura fue para cumplimentar un pedido de extradición de Estados Unidos; o sea, que aquí no correteamos la liebre.

En segundo lugar, tratándose de casos como estos, los norteamericanos cuentan con protocolos muy bien definidos, que pudieran seguirse en esta situación.

Primero sonden el asunto, analizan la conveniencia de darle seguimiento, posiblemente mediante un estudio de costo-beneficio, y si el segundo supera al primero se enciende la luz verde. En seguida se abre un registro contable, en el cual la agencia encargada anota puntualmente todos los gastos relacionados: sueldos de los oficiales, personal secretarial y de apoyo, viáticos, consumibles, renta de equipo, compra de vehículos, de licencias de software, etc.

Todo esto se anota en la columna de los costos, y luego al concluir la investigación cosechan los beneficios, es decir, decomisan el dinero y proceden al remate o a la subasta de los bienes físicos: terrenos, casas, centros comerciales, etc. Por cierto, hay inversionistas profesionales que están atentos a estos procesos para lograr un buen negocio, adquiriendo a precios relativamente bajos estos activos. 

Con lo recuperado, lo primero que hacen es reponer los costos incurridos, y de haber un sobrante, pudieran destinarlo a la inversión en equipo nuevo, contratación de más personal o instalaciones de mayor tamaño, por ejemplo.

Y de haber todavía algún remanente, quizás se repartan algo entre los participantes bajo la forma de bonos al desempeño. Así opera su sistema, y si ven posibilidades, abren nuevos casos.

Hubo un expediente en el cual, la persona investigada y condenada le vendió un vehículo a un cliente, sin embargo, el largo brazo de la ley, confisco dicho bien, pues su origen estaba cuestionado. Por todo lo anterior, considero poco probable que ese dinero cruce la frontera de regreso, y los gringos, con la nueva información disponible en su poder y con la mano sabrosa, pudieran eventualmente seguir lanzando sus redes en busca de peces más gordos, lo que se traduciría en más dinero para ellos.

Moraleja: no es el espíritu justiciero o una honestidad acrisolada lo que motiva a los agentes del otro lado para actuar de esta forma; lo adivinaste estimado lector, es el dinero; como reza el dicho: el interés tiene pies.

Así, el botín mal habido en Coahuila va a parar en los cofres del imperio. Ahora falta ver si este drama tendrá nuevas secuelas, tal vez el telón no ha caído todavía.