Usted está aquí
El ‘agarrón’ Riquelme-Bartlett, ¿de qué servirá?
La red social Twitter suele convertirse en escenario de confrontaciones entre políticos, y por ello no extraña que los medios reseñemos “duelos tuiteros” de forma recurrente. El más reciente de estos ocurrió ayer entre el gobernador de Coahuila, Miguel Ángel Riquelme, y el director General de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Manuel Bartlett Díaz.
El cruce de señalamientos, vale la pena precisarlo, no comenzó en Twitter, sino con una declaración del gobernador Riquelme en la cual afirmó que Manuel Bartlett tendría “responsabilidad moral en la reciente tragedia minera, en el municipio de Múzquiz” debido a su política de reducción del precio del carbón que compra a los pequeños productores.
De acuerdo con la opinión del mandatario, esta disminución de precios (de mil 093 a 850 pesos la tonelada) habría derivado en que los pequeños productores de carbón hubieran disminuido los recursos que destinan al mantenimiento de equipos y la seguridad en las minas.
Frente a los señalamientos, Bartlett “reviró” en Twitter acusando a Riquelme de ser él el responsable de la tragedia, pues si sabía del fenómeno de inseguridad “debió haberlo evitado imponiendo medidas de seguridad a través de su Secretaría del Trabajo”.
En un acto desusado en él, este lunes el gobernador Riquelme “abrió hilo” y en una decena de tuits señaló a Bartlett de “ignorante” y “cínico”, así como de provocar “una grave crisis en la región carbonífera de Coahuila” que “ha dejado a cientos de familias sin ingresos”.
La confrontación tuitera –hasta ahora– fue cerrada por Bartlett asegurando que los dichos de Riquelme serían “actos desesperados para defender sus intereses y los de las grandes empresas mineras que representa”, por lo cual no merecía mayor respuesta.
No estamos ante un hecho anecdótico sino ante una discusión pública, subida de tono, entre dos altos funcionarios públicos mexicanos. Una discusión que tiene como marco la enésima tragedia ocurrida en la región Carbonífera de Coahuila, que le costó la vida a siete seres humanos.
El tema de fondo es la seguridad en las minas de carbón. ¿Es verdad que los propietarios de las minas han descuidado el mantenimiento de sus equipos y, por ende, eso genera condiciones de inseguridad en sus explotaciones? ¿Existe la posibilidad ante ello de que la tragedia se repita?
Esta debería ser la pregunta que con la mayor seriedad tendrían que responder –de inmediato– todas las instancias –federales, estatales y municipales– involucradas en el tema. Ventilar públicamente las diferencias respecto de lo ocurrido es relevante en la medida en que la discusión ponga el foco donde corresponde.
Más allá del morbo que genera el “agarrón” entre un mandatario y un alto funcionario federal, lo relevante es corregir lo que esté mal. Convendrá por ello que las partes no solamente se ocupen de expresar en voz alta sus consideraciones respecto del otro, sino que concentren sus energías en lo fundamental: evitar que debamos reseñar en el futuro un nuevo episodio luctuoso en la Carbonífera.