Elecciones Coahuila 2021 | Trabajo comunitario y organizaciones civiles

La participación comunitaria se refiere entonces a un proceso activo en el que los beneficiarios influyen en la dirección y ejecución de proyectos de desarrollo y no permanecen como meros observadores pasivos de los beneficios del proyecto

T. H. Marshall introdujo la noción de “membresía comunitaria” como aspecto crucial de la ciudadanía. La comunidad es un elemento central en las teorías de ciudadanía en las que se ha destacado el valor de la solidaridad y la participación en la comunidad como piezas clave de la creación de una “sociedad mejor”.

La vida comunitaria es una forma de ciudadanía activa en la que los individuos participan en actividades de apoyo a su comunidad como, por ejemplo, la participación en organizaciones culturales, deportivas o religiosas.

Es importante mencionar que la misma persona puede pertenecer a varias comunidades. Normalmente la comunidad tiene una connotación geográfica, y se refiere a la proximidad de los individuos, pero en la era de la globalización y del internet cada vez más esta noción se refiere a comunidades elegidas que varían en tamaño: la más pequeña es la familia y la más grandes las ciudades, países o grupos de países.

Peter Oakley y David Marsden definen la participación o trabajo comunitario como el proceso en el que los individuos asumen la responsabilidad de su propia prosperidad, y desarrollan la capacidad de contribuir a su propio bienestar y al desarrollo de su comunidad incluso al margen de las actividades del Estado y la política organizada.

La participación comunitaria se refiere entonces a un proceso activo en el que los beneficiarios influyen en la dirección y ejecución de proyectos de desarrollo y no permanecen como meros observadores pasivos de los beneficios del proyecto. Esto incluye el involucramiento de los individuos en la producción de bienes públicos en un sentido general, así como el trabajo voluntario y la organización social “bottom-up”.

Sin embargo, a diferencia de la participación política, la participación comunitaria puede requerir aún más esfuerzo. Asimismo, este tipo de involucramiento parece más cercano al ciudadano en términos de los intereses que están en juego y del potencial de conflicto con otros individuos que le son cercanos.

MEXICANOS, POCO PARTICIPATIVOS

En el “Informe país sobre la calidad de la ciudadanía en México”, elaborado por el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Colegio de México a mediados de la década pasada —último estudio de su tipo—, uno de los hallazgos más interesantes es que, aun cuando los mexicanos participan muy poco en actividades explícitamente vinculadas con la política, tienen niveles mucho más altos cuando la participación se refiere a actividades comunitarias tales como la organización de la fiesta del pueblo o ayudar a pintar las aceras de su calle o colonia.

En particular, formas de involucramiento comunitario son mucho más frecuentes en la muestra de encuestados que cualquier otra forma de participación (política).

¿Por qué participan los mexicanos en sus comunidades? La mayoría de los encuestados dijo que participaría en trabajo comunitario por razones altruistas (38 por ciento) mientras que un cuarto de los encuestados estaría motivado por la obtención de beneficios privados (“si aprendo algo que me sea útil”).

Por otra parte, la mayoría que dijo no participar en este tipo de actividades mencionó la falta de tiempo (17 por ciento) o de voluntad (siete por ciento) como principales motivaciones.

Al menos tres por ciento de la muestra dijo ser o haber sido miembro de alguna organización cívica. De los que alguna vez han participado en estas organizaciones, las organizaciones religiosas son las más frecuentes, seguidas por las asociaciones de padres de familia y las deportivas y culturales.

Las organizaciones menos frecuentes son las pro derechos humanos, las asociaciones profesionales, ambientalistas y la membresía en comités o consejo de algún programa gubernamental.

En términos de efectividad (“obtener el resultado deseado”), las organizaciones religiosas, deportivas/culturales y de padres de familia aparecen más frecuentemente mencionadas. Las menos efectivas son las defensoras de derechos humanos y las ambientalistas.

Estos resultados implican que, en el caso mexicano, la organización cívica más frecuente (y que se percibe más efectiva) tiene un carácter predominantemente apolítico y con objetivos que reflejan necesidades inmediatas y cercanas a los ciudadanos (religión, esparcimiento, educación, etc.).

 

*Nota: este texto sintetiza información del reporte “Ciudadanía en México, ¿ciudadanía activa?”, publicado por el INE y el Colegio de México, de los autores Ma. Fernanda Somuano y Fernando Nieto.