La nueva mayoría

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La nueva mayoría

Tal vez se trate de la urgente necesidad de creer en algo, de encontrar un rayito de esperanza para agarrarse a él; o la firme convicción de que se puede ponerle un límite al presidencialismo mexicano que hoy encarna AMLO.

Por aquí y por allá se escuchan campanas que vaticinan y celebran una probable victoria para las fuerzas políticas y ciudadanos que consideramos necesario y buscamos un contrapeso a la creciente concentración de poder en manos del presidente López Obrador.

No quisiera ser aguafiestas, ojalá me equivoque, pero mis pronósticos no son tan esperanzadores. Posiblemente la LXV Legislatura se conforme de una manera distinta de la actual, pero ello no garantizará fidelidad al objetivo democrático que se pretende o se presume conseguir con ello.

No creo que Morena y sus aliados vayan a alzarse con una nueva mayoría amplia en la Cámara de Diputados, dudo mucho que lo consigan. Casi con toda seguridad, el día de la elección, los resultados darán a conocer lo que ya se ve en todos los rincones de la Patria: un México polarizado, partido por la mitad.

De un lado, los que hoy gobiernan y los que todo le justifican, sea por una fe ciega de seguidor religioso; o porque se recuerda que los gobiernos anteriores fueron igual de nefastos o peores. No les faltará razón.

En el otro lado, los que tienen como prioridad absoluta poner un límite al poder presidencial, aunque sea marchando hombro con hombro y de la mano con quienes, apenas ayer siendo gobierno, cometieron y/o toleraron toda clase de atrocidades y corrupciones. Todo se justifica con tal de poner un límite al Ejecutivo.

No faltan aquellos que creen que cualquier gobierno anterior fue mejor que el actual y sostienen que el país ya iba por buen camino, que los problemas reales estaban por resolverse sobre las sólidas bases que se construyeron en democracia, por más limitada y contrahecha que ésta fuera. 

Cuando un país está partido en dos, por la mitad, – por cierto, en eso radica el acierto del “anillo al dedo” –, el Presidente consigue validar su discurso: Nosotros y ellos, los de siempre, el PRIAN, la Mafia, etc, etc, etc.

Al llegar al poder, AMLO logró lo que no había logrado antes: unir a todos contra él sin, por ello, perder fuerza; por el contrario, la consolidó y creció. También es cierto que este país partido en dos puede darle una mayoría legislativa a uno u otro bando y que de ello resulte una victoria pírrica. La diferencia entre los dos bloques, a mi modo de ver, será tan pequeña, que conservarla, será un reto muy difícil para el bando que consiga esa mayoría.
Según una encuesta que consulté recientemente, las fuerzas afines al Presidente obtendrán el 48.4% de la votación, es decir, 242 curules; y las fuerzas “anti López” obtendrán un 51.6% de los votos, equivalentes a 258 diputados. En ese escenario es obvio preguntarse: ¿Podrá el Presidente detener la migración de diputados afines, a las filas opositoras? ¿Podrá la oposición mantenerse unida frente a un partido gobernante indisciplinado pero vertical ante su líder indiscutido?

Todo puede suceder, en lo personal me cuesta mucho confiar en las credenciales “democráticas” y en la “honestidad” del PRI, ahí mandan sus gobernadores, y en los gobernadores manda el ansia de acceder a más presupuesto. La sequía de recursos federales aumentará su oposición al régimen; pero mayor disponibilidad de recursos los hará bajar el tono, doblarán las manos. Ahí está la plata.

El “plomo” está en la UIF y en la FGR para cuando se ofrezca. En la Unidad de Inteligencia Financiera se analiza detenidamente a aquellos que tienen incontinencia verbal contra del gobierno. Si la lengua larga corresponde a cola corta, irán de gane los opositores; de lo contrario, ¡aguas!, que se aplicará el garrote. Recordemos que México no es preciso ser culpable para ser perseguido penalmente. Injusticia política y selectiva, aunque sobran casos que ni cómo defender. De la UIF se pasa a la Fiscalía, donde estarán listo para encarcelar a quien se salga del huacal.
Para salir airosa, la oposición requiere unidad total, compromiso democrático y jugarse el pellejo. Sólo así tendrá el respeto del adversario. Perdonen mi realismo, dudo mucho que el PRI aguante el reto. Son las mismas dos familias revolucionarias, herederos de quienes siempre se han puesto de acuerdo en “lo obscurito”.

También existe la tercera posibilidad: tener un Presidente que no le importa tener aliados y muchos menos comprarlos. Él se crece en la adversidad, aprovecha sus tropiezos para culpar a la “mafia” y se gloría en sus aciertos. La confrontación estanca y ya lleva mucho tiempo, mientras, el pueblo mira, unos esperando una oportunidad, otros deseando un gobierno que estorbe menos.


Twitter: @chuyramirezr
Jesús Ramírez Rangel
Regresando a las Fuentes