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De nuevo con los yaquis
Resulta fácil influir en la percepción que se tenga de una persona o de una comunidad a través de actos dolosos o de información falsa. Los yaquis son una nación indígena muy controvertida en estos días a pesar de que efectivamente fueron esclavizados en los tiempos porfiristas y que han sufrido por años el yugo de una pobreza extrema. A pesar de todo, los yaquis son un pueblo de gran fortaleza dada sus raíces genéticas. El grueso de ellos contiene inalterada la categoría de su estirpe.
Las características físicas y la gran sensibilidad de los yaquis los hacen proclives al trabajo físico, al deporte y al arte. Los verdaderos yaquis no son los que están en la carretera Ciudad Obregón-Hermosillo parando con simples cables o mecates a los automóviles y al transporte terrestre en general. En esta nueva visita me di cuenta que son mestizos los que están a la espera de los tráileres a los que cobran una cuota especial, y efectivamente son malos ejemplos de yaquis los que están a la espera de los automóviles, en este último caso, recibiendo monedas. Supe que, a pesar de casi estar frente a elementos de la Guardia Nacional, representantes de un cártel de la delincuencia fueron a recibir dinero fruto de estas tropelías. Estamos hablando de una situación muy delicada que hace que los sonorenses del promedio abominen de los yaquis y los juzguen rémoras sociales.
En este momento existe el programa “Justicia yaqui” en el que el Gobierno Federal a través de sus instituciones aporta apoyos básicamente financieros para la construcción de viviendas de material. Conociendo el tipo de arquitectura de las viviendas locales de carrizo y bahareque que permiten de manera natural el frescor en los largos veranos, las casitas que se están construyendo serán unos pequeños hornos si es que se acaban de construir porque la mayor parte de las que vi están inconclusas, y es que al parecer hay intermediarios que se quedan con dinero o que compran para los yaquis a mucho menor precio parte del material de construcción. Mi preocupación es que hay un deseo presidencial de pedir perdón a esta tribu en septiembre próximo, tal como se hizo con los mayas recientemente, pero no hay condiciones para ello.
Me parece formidable que el presidente López Obrador tenga el propósito de que esta nación indígena tenga una mejor calidad de vida, el asunto es que hacia adentro de la tribu y por supuesto por parte de algunos agentes políticos e instituciones que están interviniendo hay corrupción y eso es terrible, lo que se puede constatar simplemente hablando con personas íntegras de las que abundan en la comunidad.
En torno al cártel que domina la escena de los cobros en las carreteras, existe miedo en los yaquis de que al denunciarlos puedan dañar a su gente. Pero lamentablemente estos delincuentes influyen en la juventud y propician la droga y el alcoholismo, por ello la necesidad de promover actividades lúdicas en los niños y jóvenes yaquis. Hoy se tiene el sueño de crear equipos de béisbol integrándolos formalmente a las ligas pequeñas; se ha hablado ya con Pepe Maiz notable impulsor de este deporte y con las autoridades de béisbol infantil de la región. Se pretende integrar a niñas y niños en este deporte.
Los verdaderos yaquis quieren que se les conozca por su riqueza cultural y no por los truhanes que se hacen pasar por ellos, aunque habrá algunos nativos que realmente estén coaligados al crimen organizado, lo que me hace recordar el asesinato del hijo de uno de los gobernadores. La situación que viven los yaquis es muy delicada, y son ellos uno de los centros de la atención del actual Gobierno Federal, que debe cuidar de manera extrema lo que están haciendo sus representantes. No se vale que un excelente propósito termine siendo parte de una simulación. Los yaquis y todos los pueblos indígenas que radican en nuestro País merecen respeto.
Por lo pronto quiero pensar en los infantes que conformarán los equipos de béisbol que luego saldrán de sus pueblos para competir con otros niños de la región. El béisbol infantil promueve valores, como jugar limpio y aceptar las derrotas. Este tipo de nociones fortalecen el espíritu de equipo en los niños alejándolos de posibles prácticas insanas. Confío en que los yaquis verdaderos finalmente lograrán sacar la casta, resignificándose.