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El lienzo de la vida
Acabo de terminar una reunión de Zoom. Sí, otra. Pienso que habría sido interesante contar las reuniones de Zoom desde el inicio de la pandemia, pero no lo hice. En esta ocasión, en esta reunión específica, era particularmente importante mirar a los otros participantes. En la disciplina que compartimos la mirada entre nosotros es vital. Entonces miré.
El fondo de la vida en Zoom, de cada uno de nosotros, es distinto, así como lo es el fondo de cada una de nuestras vidas en general. Me llamó mucho la atención que una participante estaba en una habitación blanca y vacía, y me acordé de una de mis hijas (arquitecta minimalista) quien, ante la nueva mano de pintura de mi sala, declaró, “¡Madre! ¡Tus colores!” Cada quien, ¿no?
Mi vida está plasmada sobre un lienzo multicolor, ocupado, caótico, y ruidoso, con elementos de estilos mezclados, casi todo rústico. Hoy vi lienzos blancos, ordenados, finos, suaves, ocupados por libros, y hasta un vehículo (creo). En otras reuniones no ha faltado la persona cuya vida, cuando menos en ese momento, está enmarcada por un fondo de pantalla de las que nos ofrece la misma aplicación para poder disfrazar nuestro entorno, tal vez cuando no hemos ordenado lo suficiente y consideramos que no estamos listos para “recibir visitas”, ni siquiera las virtuales.
La autoobservación y la observación del otro es parte fundamental de mi quehacer en la vida. Y no. No los estoy juzgado, ni analizando. Los estoy disfrutando. Gracias por dejarme entrar a sus vidas.