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Crímenes extrajudiciales a manos del ejército quedan en la impunidad
CDMX.-En 33 días, el Ejército mexicano baleó dos automóviles donde viajaban civiles en Nuevo Laredo, Tamaulipas. En febrero, cuatro jóvenes fueron rafagueados con 18 disparos, y resultaron dos personas heridas y una muerta. En marzo, un hombre acompañó a su esposa a realizarse una ecografía, pero a unas cuadras de llegar al lugar recibió disparos que le ocasionaron su muerte horas después.
Javier y Jacob ahora descansan a menos de 50 metros de distancia en el panteón Jardín de los Ángeles, a las afueras de la ciudad fronteriza. Ambos estaban casados, tenían hijos, eran jóvenes: 20 y 26 años, respectivamente, y eran el sostén de sus familias.
Uno no acabó la carrera y el otro dejó la escuela en secundaria, pero ambos se dedicaban al comercio, uno de autos y otro de ropa. Ambos recibieron disparos del Ejército y pasaron más de 40 minutos para que una ambulancia les ayudara a detener la hemorragia. A los dos los vieron morir los soldados mientras sostenían sus armas, sin brindarles ayuda. Los dos casos ya tienen carpetas de investigación en la Fiscalía General de la República (FGR) por una probable ejecución a manos del Ejército.
En los últimos ocho meses, el Ejército ha cometido, al menos, tres ejecuciones extrajudiciales en esta ciudad fronteriza: tres jóvenes secuestrados por el crimen organizado que murieron el 3 de julio por tiros de soldados y los dos casos narrados. En ninguna de estas situaciones hay militares procesados, a pesar de las pruebas y de los señalamientos de abogados, familia y testigos.