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Donde hubo fuego… daños quedan
En los últimos días, gran parte de los coahuilenses sentimos una frustración colectiva al observar desde lejos como se consumen los árboles y la vegetación de las montañas por el fuego. La causa de esta devastación: la irresponsabilidad, la falta de conciencia sobre los recursos naturales y de las condiciones ambientales cada vez más críticas.
Coahuila es el tercer estado más grande del país, pero en esas inmensas llanuras hay bosque únicamente en el 5% del territorio. Gran parte de esa reserva se encuentra en Zapalinamé y Arteaga. Cada hectárea de arbolado adulto es de grandísimo valor en nuestro estado, no solo por los servicios ambientales que brinda, también por la escasez de recursos forestales.
Después de un incendio forestal, los daños son inconmensurables, catastróficos. La vegetación quemada deja de producir oxígeno y capturar dióxido de carbono, servicios ecosistémicos prioritarios para mitigar el cambio climático. Toda esa vegetación, no solo los árboles adultos, también los matorrales, cactáceas, pastos, etc. Cumplen una función esencial para la formación de suelo y su retención, es decir, evitan deslaves y erosión, además de retener el agua y permitir que se filtre, así los acuíferos se pueden recargar. El valor paisajístico se reduce a un panorama cenizo y desolador. Mueren miles de especies de animales y vegetales, muchos de ellos endémicos, se pierden sus hogares y se complica encontrar alimento y agua para su sobrevivencia. El fuego destruye también el valor paisajístico que impacta en las actividades de turismo y recreación de la zona. Cuando el fuego alcanza comunidades rurales, las personas pierden todo su patrimonio y la posibilidad de retomar sus actividades se vuelve cenizas.
En nuestro país, tan solo en 2020 se registraron 5,913 incendios forestales que consumieron casi 380 mil hectáreas ¡en un año!. Tan sólo 118 incendios fueron por causas naturales, es decir el 98% empezó por fatales irresponsabilidades como quemas fuera de control por cambios de uso de suelo, vandalismo, fogatas, actividades agrícolas y pecuarias, quemas de basureros, cacería, fumadores, residuos de aprovechamiento forestal, entre otros.
Entonces 98% de los incendios forestales en México se podrían evitar, si se tuviera más responsabilidad y conciencia ambiental. Después de los incendios devastadores que se han presentado en nuestras sierras, y la falta de compromiso de mucha gente, que se haga efectiva veda total al uso de fuego en las zonas boscosas. Es común que en semana santa la gente visite el campo, haga fogatas y carnes asadas. Debe restringirse al 100% el uso del fuego en las sierras de Coahuila y cada ciudadano que tengamos un poquito de conciencia, promover que no se prenda fuego por ningún motivo en nuestras montañas. Después de ver arder la sierra todos quieren reforestar, al menos en esa área debe pasar uno o dos años para poder plantar, lo que debemos por ahora es organizar brigadas de limpieza y recoger tanta basura que se deja en el campo para evitar incendios y promover un cambio social para cuidar los recursos naturales.