Hoy me ha dicho un hombre que él admira a las mujeres como yo que luchan siempre.  El comentario surgió de una referencia al Día Internacional de la Mujer pero no quiero escribir sobre el feminismo, ni el machismo.  Quiero decir que hacer a la vida sinónimo de “lucha” me incomoda.  Hace ya algún tiempo, otro hombre me dijo que yo era conformista.  Y…tampoco.  Es evidente que yo tengo significados personales de los conceptos luchar y ser conformista.  Y puesto que sé que esos significados difieren de persona a persona, pregunté.

El hombre que habló de lucha me aclaró que, para él, significa vivir queriendo mejorar el entorno de alguna manera.  ¡Ah!  Para mí, luchar significa batallar, insistir, y trabajar demasiado.  Cuando le pregunté al hombre que me acusó de conformista qué era lo que veía en mí que le provocara esa opinión, me dijo, “Es que estás muy satisfecha con tu vida y eres muy agradecida.”  El cumplido me causó un suspiro y me confirmó que había logrado construir la vida que quería y necesitaba.  El hombre no me estaba insultando.

Estas anécdotas, y otras similares, me han enseñado a no interpretar, desde mis significados internos, lo que otra persona me dice, sino de preguntar qué significan los conceptos para él o ella.  Si me quedo con mi interpretación, sin filtros, ¡va a haber pleito!  Y si pregunto, existe una posibilidad de diálogo y de compartir.  Existe…bueno, digamos que tal vez hasta hay peligro de llegar a intimar con otro aspirante a ser humano.