Relatos y retratos de Saltillo: Pioneros en el crédito

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Relatos y retratos de Saltillo: Pioneros en el crédito

Financieros. Empleados en el primer local del Banco de Coahuila, localizado en la calle de Allende. Imagen de 1900
Durante el Gobierno de Porfirio Díaz se sentaron las bases de la banca en Coahuila

En los últimos años del Porfiriato, la economía del país se vio fortalecida. En los primeros meses de 1897, el ministro de Hacienda, José Limantour, decretó la Ley General de Instituciones de Crédito, dicha legislación estipulaba los requisitos necesarios para establecer un banco y tenía como finalidad la de regularizar el sistema bancario y la emisión de billetes.

Ante el éxito de los bancos en otras ciudades de México, un grupo de comerciantes y prestamistas locales tuvo la idea de abrir un banco en Saltillo. El planteamiento inicial fue establecer una institución de emisión y ahorro para vigorizar aún más la economía del Estado.

Los socios fundadores fueron algunos de los hombres más ricos de la ciudad, entre ellos: el irlandés Guillermo Purcell, el prusiano Enrique Maas, los comerciantes Crescencio Rodríguez, Marcelino Garza, Dámaso Rodríguez, Manuel Mazo y el hacendado metido en política Praxedis de la Peña, entre otros.

La concesión del Banco de Coahuila se otorgó el 9 de junio de 1897. Al año siguiente se autorizó el aumento de capital social a un millón 600 mil pesos, para ello se emitieron 16 mil acciones, 100 pesos cada una. El acta constitutiva marcaba entre sus funciones, la operación como banco de emisión de billetes de circulación en el estado de Coahuila y estados vecinos.

El primer local donde inició operaciones el Banco de Coahuila se situó en la calle de Allende. Antes de finalizar el siglo 19, los consejeros del banco compraron al Municipio de Saltillo el terreno donde había estado el conocido mercado El Parián, en la cuadra de la calle de Allende, Victoria Morelos y Juárez, ahí se erigiría un majestuoso edificio de cantera, traída de San Luis Potosí, para el banco y hotel, ambos llamados de Coahuila.

El diseño y construcción estuvo a cargo de la firma del inglés Alfred Giles y el francocanadiense Henri E. M. Guindon, despacho de arquitectos con base en la ciudad de San Antonio, Texas. Sin duda esta dupla logró hacer varios edificios en la ciudad, tal vez los más bellos que hayamos tenido, además del Banco y Hotel de Coahuila, construyeron el Casino de Saltillo, la casa de Guillermo Purcell, la Escuela Normal del Estado y el Teatro García Carrillo.

En claro proceso de expansión, se establecieron sucursales en Jimulco, en la Región Laguna; Monclova, en la antigua Romero Rubio hoy Candela; Cuatro Ciénegas, Sierra Mojada y en la antes llamada ciudad Porfirio Díaz, hoy Piedras Negras. En Monterrey se abrió una agencia del mismo banco.

Para 1918 las cosas no marchaban bien para el banco, la devastadora situación económica que había dejado la Revolución Mexicana y por los préstamos que había extendido el banco, la Secretaría de Hacienda revocó la concesión, se mantuvo en operación hasta su liquidación en el año de 1933.

En el mismo edificio donde estuvo el Banco de Coahuila inició operaciones un 3 de mayo de 1933 el Banco Refaccionario y Fideicomisario de Coahuila, S.A. El capital inicial fue de 250 mil pesos. Una cuestión curiosa sobre la denominación del banco fue advertida por expertos en bancos y técnicos de la Secretaría de Hacienda, el banco no podía ser fideicomisario sino fiduciario, en palabras llanas y coloquiales, el fideicomiso es el instrumento y el fiduciario es el banco, el cliente mandante es el fideicomitente y el cliente beneficiario es el fideicomisario, si usted no entendió estos términos, no se preocupe hoy en día la mayoría de muchos funcionarios bancarios tampoco la entienden. En 1948 el Banco Refaccionario y Fideicomisario cambió nuevamente al nombre de Banco de Coahuila.

Una inexplicable y pésima decisión por parte de dueños, consejeros y el clero mismo, fue demoler el precioso edificio que ocupó el Banco y Hotel de Coahuila. La construcción sobrevivió poco menos de 65 años, en ese mismo lugar se levantó un espantoso edificio, por remordimiento de conciencia años después para cubrir la fealdad del inmueble se forró con cantera cuando era el Banco de Comercio de Coahuila, después BBVA.

EL FINAL DE LA INSTITUCIÓN

El último director que tuvo el Banco de Coahuila fue Florentino de Valle Cabello, quien escribió en la revista cultural Rumbo gran parte de lo que aquí se relata. De Valle nos cuenta que el 31 de diciembre de 1980, el Banco de Coahuila desapareció cuando se fusionó con el Banco Internacional.

El periodista y director del periódico El independiente, don Antonio Estrada Salazar cuestionó en su tiempo la fusión de los dos bancos: “Qué pena que una institución tan antigua y de tanto prestigio y tradición no solo en Coahuila sino en el país, vaya a ser vendida a un banco del Gobierno”. Dieciocho meses más tarde la banca sería nacionalizada por decreto del entonces presidente José López Portillo.