Homenaje a Pedro Guerrero Muñoz

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Homenaje a Pedro Guerrero Muñoz

Don Pedro Guerrero era un agricultor autodidacta. ESPECIAL
Emprendedor, visionario, siempre abierto al conocimiento y las conversaciones inteligentes, deja un legado que perdurará muchos años

Nacido en Fraile, Coahuila el 28 de junio de 1950, don Pedro Guerrero Muñoz fue criado por su abuela materna Eduvijes Ordóñez, la única partera del pueblo.

De ella aprendió sobre plantas medicinales y desde muy pequeño se le encomendaba encontrar plantas en el campo para usar en remedios.

Al cumplir la mayoría de edad, tuvo que abandonar su casa para ir a la ciudad en busca de mejores oportunidades y, no ajeno al trabajo duro, comenzó a vender artículos para el hogar.

“Tocó muchas puertas sin éxito. Aún así mantuvo una actitud entusiasta en todo momento”, contó su hija, Merhit Guerrero.

El fracaso no me sobrecogerá si mi determinación por alcanzar el éxito es sumamente poderosa”.
Pedro Guerrero Muñoz

El tiempo pasó y su habilidad para las ventas demostró ser un talento nato que lo llevó al comercio de frutas y verduras, así que inició un negocio en los mercados sobre ruedas locales.

Cada semana viajaba al sur para traer productos de calidad, convirtiéndose en el primero en presentarle a los clientes sabores nuevos que no se conseguían en la región.

Sus hijos: Claudia, Pedro, Yanira, Nancy, Josué, Merhit, Fernando y Erika eran sus fieles compañeros cada fin de semana en el negocio del mercado de la Plaza de la Madre y estuvieron también a su lado cuando en 1991 inauguró “Delicias del Campo”, su primera frutería con la que generó trabajos.

Don Pedro era también un agricultor autodidacta pues una de sus grandes pasiones fue el campo; y trabajar en sus plantaciones de nopal cosechó en él ese optimismo que siempre le caracterizó.

ESPECIAL

Sembró en la tierra pero también en los campesinos del área, siempre incentivándolos a seguir trabajando, a no rendirse a pesar de las dificultades, además predicaba con el ejemplo pues él mismo fue un “arriesgado futurista” que perseveró ante todo.

Aprendió a reconocer el clima y los nutrientes necesarios para la plantación de duraznos e higueras en la región de La Rosa en General Cepeda, misma en la que instruyó a sus hijos, quienes ahora siguen al pie de la letra las enseñanzas que don Pedro les dejó.

Nunca dejó de aprender, y su entusiasmo por el estudio lo llevó a ser un conocedor de diversos temas. “Podía conversar de manera fluida, animada y atrapante”.

En el 2009 inició una nueva labor en la medicina alternativa, estudió homeopatía, iridología y herbolaria. Atendió a cientos de pacientes de todo el país que regresaban para agradecerle.

A sus 70 años de edad seguía comprometido con la salud de las personas, y a pesar de la pandemia de COVID-19 jamás dejó de trabajar, preocupado por ayudar a otros.

Su legado permanecerá en la esencia que dejó sellada en los corazones de sus hijos y nietos, que continuarán con su labor, en el aprecio de los que lo conocieron y en quienes aún tras su partida, son inspirados por su historia de vida fuera de serie.

“Fue un hombre de inigualable valor, su escuela permanecerá con nosotros para siempre”, expresó Merhit.

UN GENEROSO AMANTE DE LA CULTURA

Don Pedro fue una persona generosa y culta, que recomendaba buenos libros y utilizaba frases de grandes autores, de célebres personalidades y de intelectuales invitando a vivirlas, a ponerlas en práctica.

Don Pedro, mi amigo, seguro estoy que hoy te encuentras en la gloria de Dios, en un estado de felicidad, de plenitud y paz, como siempre, sembrando y cultivando árboles y vegetales, pensando como los grandes: “unos sembraron para que yo comiera estos frutos y yo siembro, para que otras coman”.

Nunca morirás para mí, don Pedro Guerrero, te guardo en mi corazón. Jamás olvidaré que “en la vida podemos perder muchas cosas, pero nunca el entusiasmo y que, cuando intentamos algo y las cosas no salen como planeamos, no hemos perdido ¡hemos aprendido!”.

- David Molina Solís, amigo.