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Desperdicio de alimentos aumentó con la pandemia, advierte la FAO
Antes de la pandemia se sabía que cerca de un tercio de alimentos se perdían o desperdiciaban al año a escala global, pero debido a las dificultades derivadas de los confinamientos, en 2020 las mermas fueron superiores.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) han advertido sobre esta problemáctica.
Mil 300 millones de toneladas de alimentos producidos para consumo humano se pierden; sin pandemia, en América Latina y el Caribe se desperdiciaban 220 millones.
La Cepal y la FAO han señalado diversas causas: el cierre de fronteras, de caminos, de mercados, el aumento del precio del transporte o la falta del mismo y el acceso limitado a ciertos insumos agrícolas, las compras de pánico y la interrupción de programas escolares.
En un análisis a mediados de año, indicaron que los gobiernos enfrentan el desafío de encontrar la mejor manera de medir las pérdidas y desperdicios de alimentos y luego de incorporarlas en el diseño de políticas públicas.
Consideran que ha habido “ausencia de datos regionales fiables en la materia que nos permitieran dimensionar el impacto”, por lo que realizaron análisis cualitativo a partir de noticias y notificaciones de las oficinas nacionales de la FAO, lo que arrojó que “la situación parece haber empeorado”.
Casi la mitad de las pérdidas y desperdicio se deben a problemáticas relacionadas con el transporte, 18 por ciento con la producción en el campo, al igual que con el consumo y 15 por ciento con el comercio.
La agricultura familiar fue una de las más afectadas por la falta de transporte, que fue menos frecuente y aumentó costos. Los pequeños productores y las mujeres campesinas e indígenas son los que más sufrieron esa situación los primeros meses de la pandemia.
El acaparamiento, ocurrido en los primeros meses, incidió en la pérdida de alimentos, sobre todo en los mercados minoristas, porque la respuesta a las compras de pánico es el sobreabastacimiento de los productos más demandados, y cuando los patrones de compra regresan a la normalidad, hay acumulación de productos, lo cual genera pérdidas cuantiosas en perecederos.