Amarga Navidad; recae 50% de alcohólicos en tratamiento durante diciembre en Saltillo
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Amarga Navidad; recae 50% de alcohólicos en tratamiento durante diciembre en Saltillo
Más de la mitad de quienes habían iniciado su tratamiento para tratar su adicción al alcohol, recae durante las fiestas decembrinas ante la nostalgia y tentación que genera la celebración, admitieron integrantes de Grupo Ermita Saltillo, una asociación que ofrece apoyo integral para dejar de tomar bebidas embriagantes.
Del total de internos que se tenían al inicio del confinamiento, al menos 12 personas, siendo el principal requisito permanecer en el anexo de forma voluntaria, solo quedan 5 hombres veteranos en proceso de recuperación.
La situación, dijo, es similar en todos los centros de apoyo para alcohólicos.
Sin embargo, agregaron, cada vez es más difícil tomar la decisión de internarse bajo su voluntad en un anexo, pues adicional a este requisito para hospedarse en la casa de Grupo Ermita, la asociación solicita presentar de forma obligatoria una prueba COVID-19 para desacreditar que pueda poner en riesgo al resto de los integrantes.
Además de la tentación que surge en medio de las celebraciones de Navidad y Año Nuevo, ingresar a este lugar representa la prueba más difícil del año, donde queda demostrada la voluntad, aunque fácilmente puede ser quebrantada, admitieron los internos desde el balcón de la casa ubicada sobre la calle de Hidalgo, en el Centro Histórico
PISÓ FONDO
“Pues es difícil porque como que en estas fechas se le carga a uno la culpa de haberse metido en la actividad (el alcoholismo), de lo que uno tuviera si hubiéramos tomado otro camino o dejado la tomadera cuando nuestros familiares nos lo pidieron y no tantos años después”, comentó Maurilio M, uno de los internos.
Él llegó al fondo de su vicio al encontrarse a sí mismo en una banqueta tirado cual mendigo ahogado de borracho, relató, donde además de ver pisoteada su dignidad a causa del consumo de bebidas alcohólicas, perdió el afecto de su esposa y respeto de sus hijos.
“Empecé a tomar a los 13 años, siendo un niño, le agarré le gusto, más bien encontré un refugio para cosas que tenía que sanar”, agregó Maurilio.
Sin embargo, y tras 8 meses de charlas diarias en las que otros internos se acompañan, redefine su propósito de vida y ha logrado conseguir ser el mismo de antes, con mucho más temple frente a la posibilidad “de tomar un trago” que lo regrese a las calles.
“Yo ni le muevo porque dice que la recaída es aún peor, dicen que tras uno o dos meses de mantenerse limpio, la recaída es mucho más profunda y difícil de sanar, se olvida el ‘compromiso’ con uno mismo y recae en el consumo de alguna sustancia tóxica o alcohol”, aseguró.