La corrupción y los emprendedores

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La corrupción y los emprendedores

Esta semana nos cambiamos de oficina. No sé a ustedes, pero cambiarse de casa, oficina, departamento, es decir, el movimiento, me gusta mucho, me da esta sensación de comienzo, nuevo, de hoja en blanco y me llena de esperanza y emoción.

Con ese sentimiento, empecé a llenar mis cajas con mis cosas y dejar todo listo. Si bien, el cambio significaba unas cuadras nada más, para mi equipo y para mí, significa que los proyectos están saliendo cómo pensábamos en medio de un año caótico y complicado para todas y todos.

Y llegamos con nuestras cajas y muebles, listos para acomodarnos y comenzar a trabajar con esta actitud llena de energía. Nosotros creíamos que el espacio que rentamos ya tenía luz. Y nos topamos con la sorpresa que el inquilino anterior había dejado un adeudo importante, pero no solo eso, para “solventar” sus adeudos lo que hacía era cambiar de lugar el medidor y cuando eso ya no era posible, cambiaba de nombre. Por lo que, la parte de arriba del espacio que rentamos (a casi una semana del cambio) sigue sin luz, puesto no podemos contratar. Me pareció increíble cuando me dijeron que esa situación había durado entre más de 5 ó 6 años. ¿Cómo alguien puede no pagar la Luz en un espacio comercial por esa cantidad de tiempo sin que pase nada?

No suficiente con el tema de la Luz, nos enfrentamos al tema de poner Internet. Uno pensaría que en pleno siglo XXI donde básicamente no puedes hacer nada sin conexión, debería ser un trámite rápido y sencillo. Pero, estoy segura que más de uno estará de acuerdo que puede ser un dolor de cabeza. Si haces fila en cualquier proveedor de internet, puede tardar de 2 semanas a un mes, en el mejor de los casos. Los propios empleados del proveedor de telefonía y conexión móvil te sugieren buscar un gestor o esta persona de confianza para que te pueda acelerar el trámite, y puedas continuar trabajando, todo por una cantidad bastante considerable. Seguimos sin Internet.

Desde finales de noviembre, fuimos a comenzar el trámite a una notaría para dar de alta a la empresa, y al momento de escribir esta columna, aún no tenemos permiso de la Secretaría de Economía para usar el nombre propuesto. Por tal razón, nuestro notario no ha podido terminar el acta constitutiva y por ende no hemos hecho ningún trámite ante el SAT ni sacar ninguna cuenta de banco. Básicamente casi un mes perdido y contando.

La nueva normalidad, este mundo post-COVID19 que todas y todos estamos construyendo en donde los servicios y la atención al cliente marcan las tendencias del mercado cada vez más rápido solo será posible si somos más eficientes. Cuando se habla de corrupción, todas y todos pensamos en el gobierno, en el servidor público, en eso que ocurre con Alcaldes, Diputados, Senadores. Pero no, la corrupción ocurre todos los días en México y a todos los niveles y cuesta casi el 20% del ingreso anual a las familias mexicanas. 

Y cuando hablamos de corrupción y negocios, la suma es mucho mayor, porque se debería de sumar también el costo de oportunidad que pierden las y los emprendedores al atrasarse sus trámites y al no tener todo lo necesario para trabajar: cuentas de banco, capacidad de facturación, actas constitutivas, etc.

Acabar con la corrupción es tarea de todas y todos, y tiene que ver con nuestras acciones diarias. Tenemos que des-aprender a normalizarla y empezar a llamarla por su nombre, pero sobre todo señalizarla aunque se trate de nuestros familiares, amigos, colegas o vecinos. Solamente así, podemos ser parte de la solución y no del problema. ¿Asumes el reto de ser #CiudadanodeTiempoCompleto?