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Error: ‘Eres un genio’
Todos los papás deseamos fortalecer la seguridad y autoestima de nuestros hijos. Sin embargo, podemos cometer el error de crear una autoestima inflada y frágil y no una autoestima saludable y fuerte. Evitemos enaltecer el talento de nuestro hijo: “Hijito, eres un genio. Sin estudiar y sin hacer tarea sacaste un 100 en matemáticas” o “Eres un jugadorazo y campeón. Sin entrenar y practicar eres el mejor jugador de toda la liga”. El mensaje que le doy a mi hijo es que no necesita trabajar o perseverar para ser el mejor. Los niños y crecerán convencidos que el esfuerzo y trabajo duro son para los torpes. En el libro de Walter Isaacson, “Einstein: His Life and Universe” (Einstein: Su Vida y Universo), afirma que del gran físico alemán Albert Einstein su característica más importante, que lo llevó a su genialidad, fue “la perseverancia y tenacidad fue siempre parte de su carácter y no solamente su inteligencia”.
Catharine Cox, en un estudio publicado en el año 1926, analizó a 301 genios nacidos de 1450 a 1850 y escribió: “La tendencia a no abandonar tareas a pesar de los obstáculos y la perseverancia en la adversidad y situaciones de fracaso son muy importante para la excelencia”. Afirma Catharine que la genialidad no se basa en el coeficiente intelectual sino en el esfuerzo, trabajo duro y en la tolerancia de las frustraciones. Michael Howe, en su libro “Genius Explained” (Genialidad Explicada), describe que el origen del alto desempeño de Eisntein, Darwin y otros genios es su capacidad mental excepcional: la perseverancia.
La motivación y la pasión son elementos emocionales esenciales para impulsar nuestra vida para enfrentar retos y vencerlos. Sin embargo, las creencias de las propias capacidades en relación con el éxito y fracaso son más importantes para el logro de las tareas. Si nuestro hijo piensa que gracias a su inteligencia tiene éxito y no por su esfuerzo, está condenado toda su vida a enfrentar solamente retos que puedan resolver con poca energía y al instante. Sin embargo, si nuestros hijos están convencidos que cualquier desafío puede vencerse con persistencia, tenacidad, inteligencia y sin importar el fracaso, tendrán mejores herramientas para lograr cualquier sueño en sus vidas. Si nuestros hijos tienen éxito en una tarea no les digamos: “Eres un genio. Sin estudiar lograste el primer lugar”. Sino: “Te felicito hijito. Por tu esfuerzo y trabajo duro lograste el primer lugar”. Evitemos centrar la felicitación en su personalidad sino debemos focalizar el reconocimiento por su perseverancia, tenacidad y resiliencia. Cuando un niño y adolescente tiene un fracaso y culpa a su inteligencia se repetirá en su interior: “No soy bueno. Soy un tonto. Ya no enfrentaré otro reto parecido para evitar lastimarme.” En cambio, el chico que reconoce que el fracaso fue por falta de esfuerzo y atención se dirá: “Para la próxima vez tendré cuidado en trabajar un poco más y no distraerme. Soy capaz de lograrlo. Todo está en mí”.