Usted está aquí
Democracia y violencia política de género
IDEA Internacional presentó un documento muy revelador denominado El estado de la democracia en el mundo y en las Américas 2019 en el que destaca diversos aspectos relacionados con cuestionamientos en torno a los sistemas democráticos, principalmente, muestra algunos hallazgos en que la democracia no siempre ha producido los resultados que la población espera con base a sus necesidades.
El documento hace un estudio sobre 158 países en donde no se incluye a países con una población inferior a un millón de habitantes, principalmente porque la información con que se cuenta es desigual.
El informe indica que algunas democracias no han logrado cumplir con estándares considerados para medir la calidad de un sistema democrático, entre los que destacan la reducción de la desigualdad social, política y económica, la generación de un mayor crecimiento laboral o económico, o bien, no han sido suficientes las acciones para lograr una igualdad de género.
Sobre este último punto, el estudio destaca que la participación política de las mujeres en el mundo ha ido en aumento, aunque no en la proporción que todo estado democrático debería garantizar. Así, en América Latina y el Caribe, al igual que en Europa, las mujeres han alcanzado apenas 27% de los escaños.
Asimismo, de acuerdo con el proyecto Varieties of Democracy, la participación de las mujeres en la sociedad se ha incrementado 30% las últimas cuatro décadas (Coppedge et al. 2018). Aunque con un paso muy lento las democracias han desarrollado diversos esfuerzos por alcanzar la igualdad de género, así como en la búsqueda para lograr poner fin a un fenómeno que atenta contra la igualdad sustantiva: la violencia política contra las mujeres en razón de género.
Este fenómeno es claramente un factor de descomposición de todo sistema democrático tanto que en el mundo se han realizado diversas movilizaciones masivas para protestar en contra de la violencia de género. Por citar solo algunos ejemplos tenemos el movimiento #NiUnaMenos, que tuvo su origen en Argentina y alcanzó otras latitudes como Chile, Bolivia, Paraguay, Perú y Uruguay.
Otro fenómeno que tuvo un impacto no solo regional sino mundial fue el muy replicado movimiento "#ÉlNo" desarrollada durante la campaña presidencial de 2018, donde un movimiento muy nutrido de mujeres buscó oponerse a las ideas patriarcales del candidato Bolsonaro en Brasil.
México por supuesto no se ha quedado atrás, aunque su avance por alcanzar la igualdad de género también ha sido muy lento. Apenas en 2014 el legislativo aprobó el principio de paridad en el acceso de las mujeres a la mitad de las candidaturas.
En 2019, se da un paso fundamental por alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres en razón de que se estableció la "Paridad en Todo" como referente constitucional, con lo que se alcanza el derecho de las mujeres para participar en democracia paritaria en los tres órdenes de gobierno, en los municipios indígenas y en los órganos autónomos.
En este 2020, el Instituto Nacional Electoral (INE) ha aprobado elementos jurídicos ejemplares para alcanzar y fortalecer dicha igualdad sustantiva a través de la reforma a diversas disposiciones normativas o bien, generando otras como la de integrar criterios para elaborar un listado de violentadores de género que, por alguna resolución firme de la autoridad judicial respectiva, no puedan ser candidatos.
Recientemente, el INE aprobó unos lineamientos para que los partidos prevengan, atiendan, sancionen, reparen y erradiquen la violencia política contra las mujeres.
Estos son solo algunos de los aspectos que nuestro país, y concretamente el INE va generando para lograr una auténtica igualdad de derechos, así como terminar con la violencia de género.
Sin embargo, lo que logre materializarse en las elecciones que se vayan verificando será, sin lugar a dudas, un indicador del respeto que se tienen a nuestros derechos fundamentales, básico para cualquier democracia.
Así, México podrá ser un referente mundial en lo que toca al indicador sobre igualdad de género y bien puede ser el generador de iniciativas que exporte su experiencia a otras democracias en el mundo.