Tómame la lección; educación en casa

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Tómame la lección; educación en casa

En este regreso a clases a distancia muchas escuelas y padres de familia están muy preocupados por la calidad de enseñanza y por el posible rezago educativo que pueden tener sus hijos. Hay diferentes modalidades que se están implementando: televisión, clases sincrónicas donde el profesor está en tiempo real, pero los alumnos a distancia, actividades asincrónicas donde pueden tomar las clases y realizar actividades escolares en horarios flexibles.

Nuestros hijos cursarán sus estudios académicos desde preescolar hasta preparatoria en casa. Por los próximos meses la educación escolar se llevará a cabo en las casas. No hay otra opción, por lo menos en estos momentos. Definitivamente las clases presenciales tienen más ventajas en el aprendizaje de los alumnos, ya que el maestro recibe constante retroalimentación de su comprensión y puede reforzar la enseñanza constantemente. Ahora los padres tendrán un rol más activo en el aprendizaje de sus hijos.

Si no me falla mi memoria, en la década de 1950 llega la televisión blanco y negro a México. Su fin era entretener y divertir. Sin embargo, mi padre me decía de pequeño que la televisión embrutecía el cerebro y me limitaba para verla. Aunque solamente se transmitía en dos canales de televisión y recuerdo que empezaba la programación después del mediodía y para las 19:00 horas la dejábamos de ver porque empezaban los programas de adultos como “Los Intocables”. La televisión siempre tenía la misión de distraernos, pero no de aprender. Nos gustaba porque solamente recibíamos información y pasivamente la veíamos, pero nunca la cuestionamos y procesamos. Ver una pantalla no significa aprender. Ver la televisión era una forma de descanso y olvidarnos de nuestros problemas. Ahora produce estrés e inseguridad entre nuestros hijos: “No es clara la imagen”, “va muy rápido el maestro”, “se corta el internet”, “es muy aburrido ver la pantalla y al profe hablar”, “no puedo hacer preguntas y nadie me revisa las actividades”.

El aprender no solamente es recibir información. En clase no se aprende, solamente se comprende. El chico que recibe el contenido de su maestro la capta, comprende, pone su atención en comprenderla, pero no en saberla. Para dominarla necesita procesarla: entenderla, aplicarla, practicarla, transferirla, repetirla y memorizarla. Y esto se lograba en la escuela tradicional al “tomarle la lección”. ¿Qué significaba que el niño fuera con su mamá con su libreta y le pidiera: “pregúntame”? Esto no representaba solamente que lo entendiera, sino además que lo supiera y tuviera seguridad para su examen. Es importante preguntarle al hijo: “¿qué aprendiste de la lección?”, “¿me la puedes explicar?”, “¿puedes contestar el problema o las preguntas con tus palabras”? Necesitamos asegurarnos de su aprendizaje. Tenemos que estar alerta de la siguiente premisa: “no porque toma la clase en pantalla la sabe o la aprende”. Preguntemos y pidamos que nos platiquen de lo que aprendieron cada día. Como dice el refrán: “El que enseña, aprende dos veces”. Cuando verbalizan lo aprendido se comprende y memoriza mejor.