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Por qué quizá no eres tan bueno evaluando riesgos
A. C. Shilton
Conforme los estadounidenses en todo el país comienzan su cuarto mes de distanciamiento social, pero ahora con más opciones de cosas que hacer ya que los estados se encuentran en distintas fases de reapertura, muchos de nosotros estamos haciendo cálculos en torno a lo cautelosos que aún queremos ser.
Solo hay un problema: los seres humanos en realidad no son muy buenos en la evaluación de riesgos, especialmente su propio riesgo, comentó Marie Helweg-Larsen, profesora de Psicología de Dickinson College.
Hay muchos factores en juego en la psicología humana que pueden sesgar nuestra percepción de los riesgos, lo cual complica el asunto. A continuación las cosas que sesgan tus valoraciones:
Sesgo optimista Este es un hallazgo “muy básico y establecido en la psicología social: las personas creen que su propio riesgo es menor al del de otras personas”, dijo Helweg-Larsen. El sesgo optimista es el motivo por el que ordenamos tocino extra aunque sabemos que las dietas con mucha carne procesada están relacionadas con un mayor riesgo de sufrir cáncer de colon. Seguramente el cáncer de colon les da a otras personas y no a nosotros, ¿no? Helweg-Larsen dijo que este fenómeno se encontró en culturas de todo el mundo. Sin embargo, las personas que viven en sociedades muy individualistas —como Estados Unidos— suelen exhibir altos niveles de sesgo optimista.
Falso sentido de control. “Cuanto más control cree la gente que tiene, en general, menos preocupada se encuentra”, señaló Helweg-Larsen. Por eso es que, para muchos, conducir un auto parece más seguro que volar en avión. El auto, desde luego, es estadísticamente mucho más peligroso: en 2018, de acuerdo con la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte, 36.560 estadounidenses murieron en accidentes automovilísticos, en comparación con los 381 estadounidenses muertos en accidentes de aviación. Así que, aunque los cubrebocas y el lavado frecuente de manos definitivamente son maneras de reducir tu riesgo de contraer el coronavirus, quizá también te estén envalentonando. El distanciamiento social aún es la clave para evitar la propagación de la COVID-19.
Señales culturales poco claras. A menudo aprendemos sobre los peligros de la misma manera pero de distintas fuentes. Un ejemplo es el tabaquismo. Quizá de niño aprendiste que el tabaco causa cáncer, por tus padres o en la escuela, dijo Helweg-Larsen. Los mensajes en torno a la COVID-19 son menos claros porque no hay una reserva existente de conocimiento cultural compartido acerca de sus peligros. De hecho, en algunos lugares, los expertos en salud pública y los funcionarios electos no se ponen de acuerdo acerca de lo que es seguro y lo que no es seguro. Eso significa que obtenemos una variedad de señales culturales y quizá tengamos problemas para saber cuáles seguir.
Sesgo de confirmación. Si te estás preguntando si es seguro comer al exterior con amigos, quizá hagas una búsqueda de esta pregunta: “¿Comer con amigos afuera es seguro durante la crisis del coronavirus?”. Sin embargo, Helweg-Larsen señala que es probable que la búsqueda dé como resultado artículos acerca de por qué es seguro comer afuera en esta época. “Lo que hace la mayoría de la gente es únicamente buscar pruebas de confirmación”, comentó, un fenómeno llamado sesgo de confirmación. Si de verdad quieres toda la información sobre comer en exteriores, también deberías buscar la frase “peligros de comer en el exterior durante la crisis del coronavirus”.
Terapia de exposición. Muchos de nosotros nos estamos acostumbrando a vivir en una pandemia. Eso está haciéndonos bajar la guardia también. La terapia de exposición, o hacer que la gente enfrente sus temores en pequeñas dosis, es la manera en que son tratados los pacientes con fobias relacionadas con la ansiedad, dijo Ron Acierno, profesor de Psiquiatría en la Escuela de Medicina McGovern y director del Centro de Trauma y Resiliencia de la Universidad de Texas, campus Houston. “Si les temes a los perros pero tienes que trabajar en una tienda de cachorros, te acostumbrarás”.
Vivir en la era del coronavirus, al menos en cierto nivel, es un curso muy extraño de una terapia de exposición a una pandemia. Tu primera ida a la tienda de abarrotes durante el confinamiento quizá pareció angustioso, pero, si no te enfermaste, tu segundo viaje quizá fue menos aterrador. Actualmente, tal vez estés considerando encargarte de otros pendientes no esenciales.
Debo admitir que me siento menos ansiosa ahora que hace cuatro meses, aunque mi riesgo de contraer COVID-19 en mi zona rural es más alto ahora que en marzo. Lo que también juega un papel en nuestra psicología simplemente es nuestro deseo profundo de tener un pedacito de normalidad de regreso en nuestras vidas. Helweg-Larsen dijo que no es poco común saber que lo que estás a punto de hacer es riesgoso pero también saber que la recompensa que obtendrás parece superar el riesgo. Eso a menudo hace que nos decidamos por adoptar un comportamiento riesgoso. Sin embargo, ella nos anima a todos a pensarlo dos veces antes de decidir que la recompensa de verdad vale la pena, sobre todo en este momento.
Nuestros cerebros quizá a veces sean demasiado optimistas. Aunque eso no siempre es negativo (ir por la vida pensando constantemente en todas las cosas malas que podrían ocurrir tampoco es sano), en una situación como esta, tu cerebro podría exponerte a riesgos innecesarios.
c. 2020 The New York Times Company