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La vocación de ser padre está en crisis; porque serlo significa desprenderse
Muchas felicidades a todos los padres este domingo 21 de junio que celebramos el Día del Padre. Generalmente se festeja el tercer domingo de junio de cada año, pero hay otros países que le dedican otra fecha. Es un día muy especial para reconocer y agradecer lo que nuestros padres, con su ejemplo y consejos, formaron: las mujeres y hombres que somos. ¡Muchas gracias de todo corazón y que Dios los llenen de bendiciones! Sin embargo, la vocación de ser padre no es fácil.
La palabra vocación proviene del latín vocatio y significa llamado o inclinación a un estado de vida o profesión. Aprovechemos este Día del Padre como un momento –no único– de agradecimiento y reconocimiento a la dignidad y vocación de la paternidad. Ser un padre generoso, que escucha, respetuoso y amoroso es una gran vocación. Sin embargo, el rol de ser padre está en crisis. Vivimos en una sociedad de padres ausentes o tiempo parcial. En Estados Unidos se calcula hay más de 20 millones de niños sin padre. En México, según el Censo de Población y Vivienda 2010, el padre está ausente en 4 de cada 10 hogares. Entonces, podemos pronosticar que para el 2020 estaremos muy cerca que de cada 10 familias cinco padres no están presentes.
En 1990 inicié mis estudios doctorales en Estados Unidos y recuerdo, como si fuera ayer, cuando regreso, mi hijo mayor que cursaba su primer año de primaria de la escuela en su primer día, nos comentó: “Papá, soy un niño raro”. Le pregunté por qué y me contestó: “Soy el único niño que tengo papá y mamá en casa. Los demás no”. Esto me impactó y sucedió hace 30 años. Otro dato impactante, en una conferencia nacional de educación celebrada en Querétaro el año pasado, el expositor comentó: “Maestros, nos enfrentamos con alumnos monoparentales: solamente mamá, papá y, en muchos de los casos, abuelos. En muchas escuelas ya no se celebra el Día del Padre porque muchos de ellos ya no están presentes ni emocional o económicamente en las familias. Esto es un gran reto para la educación”.
¿Por qué la vocación de ser padre está en crisis? ¿Por qué muchos papás no cumplen con su responsabilidad? ¿Por qué muchas mamás son las únicas que están al frente de la familia? Pudiera mencionar muchas causas, pero una muy importante es causada por la inmadurez y el narcisismo de muchos de los padres. Uno piensa que la vocación de paternidad se adquiere y se aprende al momento de ser padre. No es así. Ser padre significa desprenderse y dejar de ser una parte de uno mismo para pensar y entregarse al otro. Ser un buen padre es muy duro y requiere mucho trabajo: saber escuchar, tener compasión y empatía, estar presente, tener una actitud de perdón constante, sacrifica tiempo, olvidar deseos propios y depositar la atención en ellos y, especialmente, saber que el amor es incondicional. Independientemente como sea o lo que haga, el amor hacia ellos siempre existirá.
Los padres necesitan enseñar a sus hijos la diferencia entre lo bueno y lo malo, cómo enfrentar obstáculos en la vida y seguir adelante luchando, la importancia de trabajar en equipo, perseverancia, el valor del trabajo duro, respeto, decir la verdad y saber elegir bien las metas y lograrlas sin importar lo aburrido y difícil que sean.
¡Muchas felicidades a todos los papás que aceptan y viven su vocación hasta el fin!