Receta de la disonancia

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Receta de la disonancia

Una buena dosis de fantasía, aderezada de opacidad, salpimentada de inexistencia de información y condimentada hasta el hartazgo por un ejército de fanáticos es la receta perfecta para anular el diálogo. Lo es también, para estimular la confrontación. Voces que se impostan para descalificar, anular, insultar. Voces que minan la democracia.

Esto es lo que se desprende del amplio informe Disonancia: voces en disputa que Artículo 19, organización promotora de la libertad de expresión, publicó hace unas semanas.

Fantasía porque las conferencias mañaneras del Presidente de la República se presentan como un espacio de comunicación directa con la sociedad. Y sin embargo, no constituyen un ejercicio de rendición de cuentas. En estos espacios se fija la agenda pública, se dosifica la información. No todas las preguntas merecen respuesta. No todos los asistentes tienen el mismo trato. No todos los datos pueden ser verificados.

En un año, se transmitieron 252 conferencias matutinas con una audiencia de entre 100 mil y 120 mil usuarios en tiempo real y un número de suscriptores —a través de canales de redes sociales— de siete millones de seguidores. Algo envidiable para cualquier medio de comunicación. En ellas, nos dice el informe, 15 mil afirmaciones resultaron imposibles de verificar.

El interés de periodistas y ciudadanos por cotejar la información convirtió a la oficina de la Presidencia en blanco de las solicitudes de información. Pero no todas fueron despejadas. Algunas motivaron una andanada de recursos de revisión —es decir, la inconformidad por el tipo de respuesta (15 mil 608 en todas las instituciones federales). Otras permitieron constatar que la información  simplemente "no existe".

México sigue siendo el país más peligroso para ejercer el periodismo. En el último año, las agresiones aumentaron en un 85 por ciento, con 609 agresiones desde verbales hasta físicas. Diez periodistas fueron asesinados por ejercer el derecho a saber. La mayoría de las agresiones provino de funcionarios públicos intolerantes a la crítica (43 por ciento). Otro porcentaje importante (24 por ciento) se escudó en el cobarde anonimato.

Para Artículo 19, las descalificaciones, los epítetos y la estigmatización de la prensa crítica nos aleja de un debate constructivo e informado. Contra el fanatismo, diría Amos Oz, solo la imaginación, el sentido del humor y el recuerdo de que no somos una isla sino una península de relaciones nos salvará del silencio.