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El misterio del género, de la música a la plástica
El misterio del género, de la música a la plásticaParte de mi tiempo estas últimas semanas lo he dedicado a la investigación en torno a un género musical en particular; el post-rock. Mi encuentro con este derivado del rock progresivo sucedió hace unos años de manera fortuita gracias a las casi siempre atinadas sugerencias del algoritmo de Youtube, cuando me presentó a la banda Oh Hiroshima a finales de 2016.
El sonido que encontré en la propuesta de este conjunto sueco era uno que ya necesitaba, pues al momento en que llegó a mis oídos supe que era lo que estaba buscando, aunque no lo sabía. Su álbum “In silence we yearn” de 2015 presenta piezas que, a diferencia de sus precursores más “heavy”, coquetean con la música de ambiente a través de muros de sonidos y poca melodía, con poca o nula presencia vocal que, cuando está lo hace integrándose a la textura ya planteada.
La necesidad de escuchar más como “eso” me llevó a adentrarme en el mundo del post-rock, un genero (¿subgénero?) que se ha mantenido firme aunque con perfil bajo desde sus inicios hace más de 20 años y al cual se le siguen sumando más bandas y proyectos musicales que a la vez que hacen más concreta la definición del término aportan nuevas perspectivas al mismo, ampliándolo de manera paradójica.
Poca bibliografía encontré al respecto en mi investigación sobre sus orígenes. La mayoría coinciden en que el primero en utilizar el término fue el crítico musical Simon Reynolds en 1994 para referirse a un tipo de rock que utiliza instrumentos propios del género pero para efectos diferentes, dándole prioridad a las texturas sonoras y timbres antes que a los riffs y “power chords”.
Si bien declaró tiempo después que aunque creyó estar acuñando el término este ya se había utilizado previamente en la escena musical por más de una década e incluso otros autores lo habían empleado, pero para describir propuestas diferentes de aquel momento y no a lo que actualmente conocemos como “post-rock”, por lo que para efectos prácticos y de manera similar a como la crítica de arte Teresa del Conde se convirtió en la autora del neomexicanismo, al englobar la práctica de ciertos pintores figurativos de los 80, Simon Reynolds a su vez es quien le dio nombre a este movimiento actual.
Sin embargo, así como sucedió con Del Conde, el término se originó de la necesidad de categorizar algo que era diferente a lo ya establecido —los neomexicanistas, a la distancia, plantean propuestas y discursos muy distintos entre sí, pero en su momento todos coincidían en que no estaban haciendo lo que era “mainstream” en la escena plástica de entonces— y es posible que lo mismo haya pasado con el post-rock, el cual solo concretó su definición hasta tiempo después.
Ahora ya podemos decir lo que es el post-rock con mayor certeza pues incluso si no conocemos su significado “oficial” —tanto como se le pueda determinar— con el simple hecho de escuchar una canción de Sigur Ros, Lost in Kiev, Frames, Oh Hiroshima, Explosions in the Sky, Red Sparowes o decenas de bandas más, podemos asegurar que se trata de este género en específico.
Pero con todo esto la misión de determinar qué es sigue siendo complicada y esa es otra coincidencia con la que me topé entre los textos, ensayos y videos, pues a pesar del tiempo la cantidad géneros y subgéneros solo va en aumento, provocando a su vez una compartimentalización más y más específica, lo que me llevó a establecer una comparación que no me ha soltado, razón por la que escribí este artículo, en busca de una réplica que me ayude.
¿Porqué en la música contemporánea existe una tendencia a nombrar cada nueva expresión y propuesta replicada por más de un par de bandas como un género o subgénero propio? En las artes plásticas, donde radica mi punto de comparación, hay incontables expresiones, casi podemos decir que cada creador es un género único, que tal vez se adhiere a alguna técnica —pintura, fotografía, performance— y a un tema —social, personal— pero rara vez los teóricos llegan a englobarlos bajo un solo término.
¿Será algo relacionado al aspecto comercial de la música? ¿Una manera de clasificar para su venta? Tal vez en las artes visuales las etiquetas cumplen una función descriptiva, mientras que en la música son eso, para clasificar, o tal vez hay algo que no estoy considerando.
Sea como sea, seguiré indagando y abierto a la cooperación de quien se apunte.
Twitter: @mauromarines