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Cada vez más nuestro País sigue un camino torcido, salvémoslo
Nuestro País vive una involución que lo va arrastrando para caer en una espiral cuyo hundimiento se ve cada vez más cercano sin que ninguna fuerza, política o privada, lo enfrente con argumentos bien sólidos de los que existen infinidad en lo cotidiano, a fin de que impidan ese avance ominoso.
Ese desplome al parecer no es comprendido por la persona, es este caso el Presidente de la República, quien ejerce la dirección, pues no podría ser de otra manera, ya que por su estructura genética se ve imposibilitado a darle el rumbo correcto.
Los hombres poderosos forrados de dinero –algunos, claro– se han opuesto a que el país siga como un vehículo cuyo conductor no tiene una ruta segura, de manera que los pasajeros por inconformes que estén no puedan abandonarlo, pues la inercia atropellada en que se transportan les dificulta liberarse.
No es posible tanta serenidad por parte de los factores reales de poder que no han enfrentado, en el buen sentido de la palabra, el andar del panorama nacional que conduce López Obrador plasmado en visiones retorcidas. Tampoco quiero decir que derivado de ese desplante caigamos en una anarquía que luego lamentemos, pues la prudencia por fortuna a cabido más en esos líderes de poder ante un jefe del ejecutivo intolerante, cuya patente de propiedad de la verdad se la atribuye a sí mismo, cuando hay miles de asuntos que se comprenden por sentido común la dirección que deben tomar, y que llevarlos por otra vía entorpece su solución desconcertando a la población, la que le ha ido quitando puntos a su popularidad.
Por el lado del Congreso de la Unión se está inundando de iniciativas presidenciales en donde se quiere adjudicar disposiciones para el manejo unipersonal de atribuciones que pertenecen al propio Congreso, pero los diputados de su partido Morena quieren encontrar justificaciones para implementarlas, como esa torpeza de manejar un presupuesto, claro, en forma discrecional, cuando existen eventos como el que estamos padeciendo, como la pandemia, en donde se requiere de mucho dinero para desafiarla.
Hasta la fecha el Presidente lleva el 23 por ciento de su periodo extinguido, y el País no se ve que avance, pues lo ha llenado de sandeces confrontándose hasta con el viento por tratar de imponer su criterio y disponer las cosas convertidas en respuestas bañadas de rencor y venganza, además de mostrar a la nación una falta de conocimiento que nos ha llevado a ir caminando por idas y vueltas, pero cuyo resultado es que seguimos en el mismo sitio como cuando iniciamos su sexenio que hasta la fecha no da un color definido, bueno, uno solo, el gris.
El 77 por ciento restante para completar su periodo nos veremos en la necesidad de soportar los desatinos como hasta ahora ¿No habrá alguien que lo pueda convencer que debe utilizar soluciones sustentadas en razones para actuar? Por si no las conoce, que le den luz de lo que está bien y de lo que está mal
Nos guste o no, hemos emprendido un camino con la actual administración federal, cuyo rostro lo vemos nebuloso y un horizonte fantasmal que no sabemos si nos topamos en una plancha de acero o en un desfiladero.
En ese camino nos han conducido alejados de una realidad por el desconocimiento del quehacer político y como consecuencia de una aplicación errada, dejando al pueblo como recipiente de la tozudez que refleja una duda sobre la existencia de lucidez.
Fuera de los problemas exógenos, ya dentro de nuestro territorio, los problemas en nuestro País han seguido siendo problemas, pues el enfoque para solucionarlos se ha dado en forma por demás negativa, ya que su narrativa ha sido denostar el pasado y nada efectivo se ha hecho en nuestra nación, pues su preocupación se ha centrado sólo en sus proyectos faraónicos, como el tren maya, el aeropuerto de Santa Lucía y la refinería en Dos Bocas, que si las termina van a pasar muchos años para que se recupere la inversión y que realmente satisfaga las necesidades esenciales.
Mientras, no caigamos en el pesimismo, luchemos con todas las fuerzas que tengamos y aguardemos, ya vendrán tiempos mejores. Cada día falta menos, y preparémonos para no permitir que de nuevo siga esa corriente política que nos ha desequilibrado.
Pensemos lo que dice Giuseppe Verdi, el gran compositor de ópera:“Ay, mi patria, tan bella y abandonada”.
Se lo digo EN SERIO.
@aguirreperalesf