Cuando la prisa terminó y tuvimos tiempos de jugar más con nuestros hijos.

Cuando la prisa terminó y abrimos esa conversación que no queríamos / podíamos abrir.

Cuando la prisa terminó y tuvimos esa reunión (virtual) con los amigos que hace años que no veíamos.

Cuando la prisa terminó y saludamos todos los días a nuestros vecinos.

Cuando la prisa terminó y nuestros hijos dejaron el celular, la tablet y/o la televisión y salieron al patio a jugar como niñas y niños, con piedras y tierra.

Cuando la prisa terminó y acabamos de leer ese libro que tenía meses a lado de tu cama.

Cuando la prisa terminó y empezamos a poner en papel y darle forma a esa idea que teníamos en la cabeza hace algún tiempo.

Cuando la prisa terminó y aprendimos a hacer esa receta de la abuela que queríamos intentar hace años.

Cuando la prisa terminó y pudimos reencontrar ese amor que teníamos perdido.

Cuando la prisa terminó y nuestra creatividad volvió.

Cuando la prisa terminó y recordamos cómo rezar y estar cerca de manera espiritual.

Cuando la prisa terminó y nos volvimos a practicar ese deporte que nos encantaba o a tocar ese instrumento musical que disfrutábamos tanto.

Cuando la prisa terminó y tuvimos tiempo de reconocer el valor de la naturaleza y apreciarlo.

Cuando la prisa terminó y empezamos esa clase (virtual) que queríamos tomar o empezamos a aprender ese idioma que teníamos tanto tiempo de querer hacerlo.

Cuando la prisa terminó y recordamos qué era lo que realmente nos hacía felices.

Cuando la prisa terminó y nos volvimos a encontrar como seres humanos, antes de todo lo demás.

Esta cuarentena nos está dejando muchos aprendizajes de cómo se puede vivir diferente. ¿Estás dispuesto a adquirirlos?

¿Cómo será nuestra vida después de la pandemia? ¿Volveremos a la normalidad?

En lo personal, espero que no volvamos exactamente a la normalidad, que no volvamos exactamente a donde estábamos. Espero que cuando todo esto termine y podamos volver a reunirnos, abrazarnos, sentirnos cerca, recordemos qué era lo que nos hacía felices y recordemos lo mucho que extrañábamos a quienes creíamos que no íbamos a extrañar: nuestros maestros, nuestros compañeros de clase, de trabajo, de la Iglesia, de la ronda, nuestros vecinos, aquellas personas que considerábamos circunstanciales, coyunturales, pero que eran parte de nuestra vida diaria.

Bien decía Aristóteles, el hombre es social por naturaleza. Nos necesitamos los unos a los otros, y no siempre estamos conscientes de eso. Vivir en sociedad es una necesidad, pero un privilegio al mismo tiempo.

Estamos viviendo la historia, es necesario ser conscientes que no volveremos a donde estábamos y nuestras dinámicas sociales y económicas cambiarán. ¿A dónde las queremos llevar? Es nuestra oportunidad de escribir nuestro destino. ¿Estás listo para asumir el reto como ciudadano de tiempo completo?

@garciacecy_

ceci.garcia@dcamexico.org