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El deber de no discriminar a las personas enfermas por COVID-19
El derecho a la información pública para conocer la situación de la pandemia por coronavirus es fundamental para combatirla. Mientras las autoridades gestionan la crisis, los servicios de salud atienden a los enfermos y los científicos encuentran la vacuna, la ciudadanía tiene derecho a saber sobre el tema para participar en la prevención de las conductas riesgosas y en la difusión, investigación o crítica de los asuntos que debemos deliberar como sociedad democrática.
Todos, en efecto, tenemos derecho a estar informados de manera veraz y oportuna sobre el avance de la epidemia en nuestra comunidad. El Gobierno de México y los gobiernos locales actualizan cifras, difunden boletines, emiten recomendaciones y contestan las preguntas de la prensa. Para poder participar tenemos que estar informados para evitar conductas impertinentes que no sólo nos ponga en riesgo a nosotros sino a los demás. También tenemos que saber qué hacer si presentamos los síntomas. Y aún más: tenemos que conocer la gravedad de la situación para hacer conciencia de lo que deberemos afrontar con solidaridad. Es una crisis que requiere la acción prudente de cada uno porque la suma de todos puede disminuir o aumentar el contagio del virus.
No es fácil para la autoridad. La desinformación puede generar situaciones que compliquen la emergencia: compras de pánico, actos delictivos o prejuicios que impidan la atención adecuada de los pacientes. Las personas, por tanto, no tenemos derecho a saber los datos sensibles de los enfermos.
En efecto, los contagiados por coronavirus tienen derecho a que sus datos personales sean reservados para evitar la discriminación. Las autoridades de salud reciben de ellas datos que deben resguardar confidencialmente: nombre, domicilio, historia clínica, padecimientos, círculo personal, etc. Hay cierta información que, sin identificar a la persona, la autoridad difunde por su relevancia pública: datos del lugar, forma y causa del contagio o información de edad, sexo o padecimientos para fines estadísticos o preventivos, por ejemplo. Pero las autoridades deben reservar la información que identifique a alguien en particular para evitar la estigmatización.
Pues bien, si la información del COVID-19 es relevante tanto para difundirla como para reservarla, la cuestión es que el INAI y sus pares locales, por ende, tienen una gran oportunidad. No sólo velar por el acceso a la información en este tiempo de crisis, sino construir una plataforma proactiva que facilite a las autoridades y a la ciudadanía el tratamiento de la información que deben difundir o reservar.
En este momento las autoridades están aprendiendo a desarrollar sus protocolos de información. Se cometen errores y se van corrigiendo. Esta pandemia ha generado la suspensión temporal que debemos enfrentar. No son las ocurrencias ni las fobias las que nos van a sacar adelante. La crisis en España e Italia es un ejemplo de lo que se viene si no se controla a tiempo la pandemia.
Hay gente que reclama que deben saber los datos de los enfermos. ¿La razón? Para saber si se tuvo contacto con ellos y así protegerse. En realidad, si te contagias de poco o nada servirá eso. Lo que será útil es un servicio de salud adecuado que permita afrontar la enfermedad. Pero sobre todo la emergencia requiere personal médico preparado que, con las protecciones debidas, atienda a los enfermos. En los hospitales se requiere los insumos adecuados y necesarios para protegerse y atender a los pacientes.
La información personal de los enfermos es útil para que la autoridad tome las medidas pertinentes. No para discriminar a las personas afectadas. Si uno piensa lo contrario, por congruencia personal, no debería estar dispuesto a ser atendido por las personas que sí se ponen en riesgo para salvar nuestras vidas. Los que hemos estado en terapia intensiva reconocemos la valía del personal sanitario. Ellos son los que hacen que nuestra salud pueda tener una nueva oportunidad.
LA VACUNA SOCIAL
Esta pandemia exige una nueva conciencia social: prevenir conductas riesgosas, no discriminar y solidarizarse con los más débiles. Es algo que todos podemos hacer.
@LERiosVega