9 de marzo: dos fotógrafas
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9 de marzo: dos fotógrafas
En “La furia de las imágenes”, uno de sus más recientes títulos, el teórico y fotógrafo español Joan Fontcuberta propone que es necesario “reflexionar sobre las imágenes que faltan: las que nunca han existido, las que han existido, pero no están disponibles, las que se han enfrentado a obstáculos insalvables para existir, las que nuestra memoria colectiva no ha conservado, las que han sido prohibidas o censuradas”, es decir, tratándose de imagen documental, abandonar la sempiterna mirada masculina del que fotografía, siempre desde fuera, como testigo, o elaborador de discursos visuales que nunca podrán alcanzar genuinamente la traducción de estos momentos; su autenticidad y su vibración.
Aunque ya otros autores como Mitchell proponen que toda fotografía documental es también una suerte de “montaje”, “interpretación” y “construcción”, aún así, este proceso conllevaría una suerte de inmersión cabal en intenciones y discursos que sólo le competen a las mujeres.
Así, no es casual que de todas las series fotográficas acerca de los eventos de 8 y 9 de marzo pasado, compartidos en días recientes mediante redes sociales o publicaciones masivas, la cota más alta en lo artístico y lo documental lo hayan alcanzado estas dos jóvenes fotógrafas locales.
Más allá de la mirada habitual
Territorio tradicionalmente masculino, el de la fotografía documental y periodística en nuestro país se ha visto interrumpido por la potente obra de contadas autoras mujeres como Mariana Yampolsky, Graciela Iturbide, posteriormente nombres como el de Elsa Medina, Ángeles Torrejón y a nivel regional y local el incontestable oficio de fotógrafas como Karla Itzel Ruiz o Gabriela Balleza, principalmente en el trabajo de prensa.
Por ello, es doblemente significativo que en relación a esta vorágine urdida el 8 y 9 de marzo y desde antes, su registro privilegiado haya venido de dos miradas jóvenes, pero al mismo tiempo experimentadas; una proveniente de la fotografía de retrato y documental -Poulain- y de la fotografía también artística, de retrato, social e incluso del cine, en el caso de Barbosa.
Ambas han construido un registro inédito, poderoso, vibrante y profundamente vital.
No es casual que en fechas recientes autores como Montiel Klint hayan destacado que mucha de la fotografía más arriesgada de la actualidad -ver “El imperio de la imagen”- sea la que están haciendo los fotógrafos de moda, que ya desde las tentativas de hace más de dos décadas de autores como Toscani, Testino o LaChapelle han transgredido las fronteras y confundido las preocupaciones de índole artística, social, publicitaria y política.
El eterno femenino
El oficio, la sensibilidad, la técnica, la oportunidad de estas autoras se contrapone a las visiones facilistas, protagónicas, torpes y básicamente coyunturales que muchas veces inundan las propuestas en el arte que se reviste de un pretendido discurso feminista -baste ver ciertas piezas de por lo menos dos exposiciones que se muestran en la actualidad ( O, es también recordado el caso de una fotógrafa “de arte” que, por razones alimenticias, al intentar hacer trabajo documental, no duró ni una semana en un periódico local).
En contraparte, a la manera de la gran fotoperiodista chilena Nicole Kramm, que documentara la lucha callejera en Chile a costa de perder uno de sus ojos, las imágenes de ambas autoras dan fe de matices diversos, lecturas disruptivas, nuevos enfoques y una especie de afán de totalidad, aún en la documentación de lo particular: la metáfora y la elipsis en Poulain -flores, telas, luces, expresiones. Lo momentos culminantes, cuasi irónicos de Barbosa; sus contrapuntos de ironía -la señora con mandil encima del techo- su ludismo, su piedad, el amor y lo frenético: la pugna y la comunión.
Escribe Azoulay que toda fotografía es una forma de pacto social; para quien lo hace, para quien aparece en la imagen y para quiénes la leemos: en ellas nos está permitido vernos, contemplarnos, cuestionarnos, reflexionar sobre nosotros mismos; aunque fijos sus historias y sus cuestionamientos y dinámicos son móviles, he ahí su poder.
La mirada y la fotografía femeninas están intensamente vivas en Coahuila.
alejandroperezcervantes@hotmail.com
Twitter: @perezcervantes7