Recurrencias
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Recurrencias
Cuando estudiaba arquitectura el maestro de la materia de historia mencionó que los estilos arquitectónicos tendían a la “barroquización” antes de ser reemplazados por nuevas formas “más limpias”. Él se refería a lo que observaba como una exageración en la ornamentación que sucedió tanto en el gótico tardío, como en el manierismo renacentista y en el rococó, posterior al barroco, antes de la llegada del neoclásico, al cual sucedieron otros movimientos tipo “revival” que buscaron traer de vuelta las estéticas antiguas y que con la llegada del concreto dieron paso a una arquitectura de líneas rectas y formas planas sin más que lo esencial —la cual ha contado con sus respectivas variaciones recargadas, como sucedió a principios del siglo 20 con el art nouveau y el art deco—.
Un vaivén similar le escuché a alguien —ya no recuerdo quién fue— cuando describió los cambios generacionales. Padres rebeldes suelen engendrar hijos pacíficos, quienes por su parte darán vida a una nueva generación de rebeldes, en un afán de hacer un camino propio y de romper con lo establecido.
Muy notorio es esto en los cambios de administración gubernamental, por ejemplo, cuando el nuevo alcalde, gobernador o presidente busca deshacer lo que su antecesor, rara vez dándole continuidad a proyectos y programas; y también lo es en la historia del arte en el siglo 20, con las vanguardias en todas las ramas artísticas, tratando de crear anti-arte, de hacer atonalidad, de eliminar la estructura del ballet, con lo que produjeron nuevas formas de expresión que fueron adoptadas por las generaciones posteriores de manera íntegra o en solo algunos de sus elementos, en producciones que reconcilian ambos lados de la disputa.
Tal parece que todo tiende a volver; los ciclos de renovación permiten enmendar errores y prevenir futuros deslices, aunque siempre habrá nuevas oportunidades para fallar, así es la naturaleza de la vida.
En la actualidad conviven miles de expresiones artísticas, algunas más alineadas con lo nuevo y otras con lo clásico, en un fenómeno que seguirá en expansión, del que solo las formas más resistentes saldrán airosas y a nosotros como espectadores nos queda nada más que darle nuestro favor al mejor postor, mientras observamos la evolución de las creaciones en distintas direcciones.
Todo vuelve, hasta lo que parecía un error irreparable, y es válido darle nuevamente la bienvenida, arroparlo y cuestionar qué es lo que ofrece ahora que, pasado el tiempo, este mismo lo ha convertido en algo más.