La carreta de Jekyll & Hyde
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La carreta de Jekyll & Hyde
José de Nigris FelánEl escritor escocés Robert Louis Stevenson publicó “El Extraño Caso del Dr. Jekyll y el Sr. Hyde” a fines del siglo 19. En esa novela el Dr. Jekyll es un respetado e inteligente científico; y el Sr. Hyde, una transformación de la personalidad del Dr. Jekyll, un personaje malévolo e incapaz de arrepentirse o aceptar responsabilidad por sus fallas y crímenes. El doctor se mantiene relativamente en control del señor Hyde, pero eventualmente pierde ese control y todo termina en tragedia para “ambos”. El término “Jekyll & Hyde” se convirtió en un sustantivo incluido en diccionarios para definir a alguien que tiene una personalidad doble o con dos caras, una buena y una mala.
Vino a mi mente el término de Jekyll & Hyde en el contexto de lo que sucede en México en lo político y económico. No es novedad para nadie que los políticos generalmente tienen más de una cara y son capaces de moldear la realidad a lo que les conviene. En época de noticias falsas o fake news se vuelve relevante entender cómo un político en posición de poder y autoridad puede manipular la realidad (y los datos que normalmente serían inmunes a interpretaciones) a su visión personal de las cosas. También relevante es ver cómo un político va cambiando su perspectiva de la realidad y de lo que está bien o mal, conforme es oposición o gobierno; de un lado de la mesa es Jekyll y del otro es Hyde. Así, tenemos a Felipe Calderón muy activo en redes sociales criticando mucho de lo que él tampoco pudo arreglar; casi gozando de ver que un sucesor suyo en la presidencia tenga que seguir lidiando con problemas que él pudo o debió arreglar. De pronto vemos que alguien como el señor Calderón muestra al menos dos caras; cuando fue oposición en los 90, cuando fue presidente y cuando quiere volver a ser oposición. Pero no debe ser el expresidente Calderón quien nos ocupe más, sino quien por muchos años fue oposición y ahora es presidente. No dudo de las buenas intenciones y del largo y tortuoso camino de ser oposición de ambos; una oposición distinta en su fondo y estilo, terca y generalmente saludable por tantos años en los que declararon de todo como cuando alguien le escupe a un avión. Sin embargo, pueden parecer como aquel perro que le ladraba al autobús todos los días, hasta que de pronto un día el autobús se paró y ya no supo qué hacer.
En esa situación parece estar el presidente López Obrador. No sólo el autobús se paró, sino que además el chofer se bajó para que él tomara el mando. Los baches siguen siendo los mismos; el autobús sí venía ya usado y con algunos detalles de mantenimiento, le hacía falta una pintada, le faltaban asientos, vino con un par de vidrios rotos y traía un cuarto de tanque. Pero ese es el autobús al que le ladró todo ese tiempo, nadie debe sorprenderse. Sabía que, si le tocara manejarlo, no le entregarían uno nuevo; de hecho los pasajeros de antes fueron los que pidieron cambio de chofer, ya que los últimos tres en especial los decepcionaron. Y así, una de las primeras líneas de acción fue ir al lote de autos usados y cambiar el autobús por una carreta. Menos complejidad, una señal de austeridad, más fácil de mantener, un guiño a los más pobres, no es claro el porqué.
Presume orgulloso y a diario la nueva carreta, con su limitada velocidad y alcance. Esta semana, ante el estancamiento de la economía, el Presidente nos dice que no importa que la carreta vaya rápido, sino que pueda cargar a más gente; pero también anuncia un nuevo gabinete para el crecimiento económico, para empujar la carreta, a sólo días de enviar señales contrarias a la inversión, cancelando esquemas de inversión en el sector energético, criticando a las empresas o lanzando iniciativas para un mayor control del estado en industrias clave. Así, tal vez sin querer, el lado Jekyll (bueno) de AMLO se ve opacado por su lado Hyde (malo). Con una mano (la derecha) quiere empujar la carreta, mientras con la otra (la izquierda y tal vez la más fuerte) la jala; así difícilmente podrá avanzar. Esperemos que, a diferencia de la novela de Stevenson, en esta historia del Jekyll & Hyde mexicano no haya una tragedia al final.
@josedenigris josedenigris@yahoo.com