¿Conservar o progresar?

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¿Conservar o progresar?

¿Estaremos progresando o retrocediendo? ¿Es tiempo de buscar y poner límites a las nuevas propuestas-ideas-discursos-liberaciones-debates en que estamos confrontados?

Estas preguntas me vienen a la cabeza cuando veo el incremento interminable de la contaminación ambiental, justificada por un supuesto progreso industrial…

Cuando veo como se diluye el espíritu de Navidad en el frenesí del consumismo y de las utilidades…

Cuando veo la liberación del aborto con el fin de rescatar la libertad femenina…

Cuando veo 50 millones de empobrecidos sistemáticamente por una política de corruptos…

Cuando veo la abrumadora abundancia de basura en los contenidos televisivos que destruyen la cultura, los valores auténticos y la educación efectiva…

Cuando veo las recetas, memorismos y rituales folklóricos que sustituyen a la genuina educación de la conciencia crítica y del desarrollo de la personalidad…

Cuando veo la multiplicación creciente de los crímenes, asaltos, secuestros, violaciones y violencias de todo tipo ante una autoridad que no sólo no se atreve a controlarlos sino que en lugar de aceptar el deterioro social y buscar soluciones efectivas, intenta convencernos de un bienestar que muy pocos gozan…

Cuando veo que las únicas causas de los problemas que se enuncian son de carácter económico, y se omiten las que se refieren a la moral tanto política como económica, a la salud mental y a la irresponsabilidad crónica de los adultos…

Cuando veo que los hogares se han convertido en dormitorios de padres ausentes, agobiados por sus tareas laborales y económicas, y en orfanatorios de hijos abandonados y solitarios…

Cuando veo que hemos creado un sistema de vida y de creencias en el que la evolución y el progreso personal se fundamentan en obtener dádivas y privilegios gratuitos, y al mismo tiempo descalifica y vuelve inoperante el esfuerzo personal y la constancia en el trabajo…

¿Será que hemos pretendido caminar en automático y que nos hemos alejado del equilibrio?:

Equilibrio entre progreso y ecología, entre cristianismo y paganismo, entre el derecho a la vida y la libertad, entre justicia social y progreso económico, entre diversión y sana cultura, entre desarrollo de la información y desarrollo del carácter, entre libertad democrática y orden jurídico, entre economía y humanismo trascendente, entre la función de la familia y la función del trabajo, entre asistencialismo y subsidios que debilitan la voluntad del ser, el que construye la sana autonomía…

La salud y el bienestar de la nación no depende solamente de la salud de las instituciones, sean estas políticas, económicas, religiosas o académicas, éstas son impersonales. Su salud y bienestar depende del equilibrio de sus miembros y de las instituciones, de los ciudadanos responsables de conservar sin paralizar la vitalidad del espíritu y de progresar sin perder lo esencial.