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Llegué por la Patria, no por la plata: Evo Morales
Para Evo Morales, quien renunció a la presidencia de Bolivia el 10 de noviembre como consecuencia de lo que algunos consideran un golpe de Estado y otros el desenlace requerido por la crisis social y política en la que estaba sumido el país desde los comicios del 20 de octubre, la “derecha golpista” está lejos de querer una auténtica pacificación y democratización del país.
Sólo así, podría entenderse por qué continúan las quemas de instituciones y los enfrentamientos violentos a sus “hermanos”. Justo antes de la entrevista había anunciado en su perfil de la red social Twitter que quienes le sacaron del poder “comenzaron a asaltar el patrimonio del pueblo boliviano”, algo que él “nunca” hizo.
Según afirma cada vez que siente la utilidad de remarcarlo, no ha “robado a nadie” ni ha utilizado los recursos públicos en beneficio propio. A la presidencia de Bolivia, dice, llegó por la patria y no por la plata. Nunca soñó con alcanzar tal posición ni con lograr todo lo conseguido por “la revolución democrático-popular” que impulsó.
Ahora, cuando ansía y no puede volver a su región, siente que por su experiencia puede ser útil al mundo, en el camino de lograr un crecimiento económico justo, para beneficio de los pueblos.
¿En qué consiste ese asalto del patrimonio del pueblo y del Estado que usted denuncia?
Durante el golpe de Estado, una aerolínea de vuelos chárter, privada, llamada Amaszonas, proporcionó vuelos gratis a los golpistas, específicamente a Luis Fernando Camacho y su gente. De esa empresa privada viene ahora el nuevo gerente de Boliviana de Aviación (BoA), nuestra aerolínea estatal.
La familia de Camacho tenía una empresa de seguros de vida y uno de sus familiares, que viene de sus empresas, ahora es el nuevo Gerente de Impuestos.
Nosotros siempre hemos fortalecido la Fuerza Aérea Boliviana (FAB), sin que ninguno de sus aviones dispare al pueblo. No es para que metan bala a mi pueblo, sino para servir a la defensa de la Patria. Cuando llegué al gobierno teníamos un solo helicóptero y cuando salí ahora la dejé (a la FAB) con 25 helicópteros. Compramos algunas avionetas para el servicio.
El sábado 16 de noviembre la autoproclamada presidenta (Jeanine Áñez) permitió que naves del Estado recogieran a la familia de Camacho en la madrugada. Yo nunca las usé para mi familia, sólo para cuestiones de Estado, gestiones que me imponían volver rápidamente.
El gobierno de facto está destrozando todo lo construido durante el proceso de cambio.
Usted ha afirmado que requería más tiempo para afianzar su proyecto. ¿Qué quedó por hacer?
Teníamos un plan de industrialización del litio. Contemplaba 41 plantas, 14-15 solamente de litio. Inauguramos una de potasio el año pasado y el próximo teníamos prevista la inauguración de la primera planta de carbonato de litio, que debía darnos 350 mil toneladas al año.
También estaba en proyecto la producción de hidróxido de litio. De las 41 plantas algunas serían para insumos, medicamentos, alimentos. Era un lindo plan, con el Estado a la cabeza de la inversión.
Necesitábamos socios e hicimos licitaciones que ganaron China y Alemania. Eso no nos lo perdonan los capitalistas. Cómo el estado boliviano se atrevió a industrializar todo eso. Estaba bien definido el camino del crecimiento económico de nuestro país.
Ahora que no puede contender por la presidencia, ¿qué puede esperar el mundo de Evo Morales en el futuro?
Quisiera volver a mi región, pero no me dejan. Tengo derechos civiles y políticos, garantías, pero no sé cuándo pueda regresar.
Siento que he cumplido con Bolivia, gracias a los movimientos sociales, gracias a los compañeros que han estado conmigo. He aprendido mucho y he acumulado experiencia en cómo organizarnos, defendernos y cómo prestar servicios.
Antes la política se veía como una lacra. Hoy entiendo que la política es la ciencia del servicio, el esfuerzo y el compromiso; sacrificio por todo.
En lo político refundamos Bolivia y en lo económico nacionalizamos los recursos naturales y las empresas estratégicas, así como los servicios básicos. En lo social redistribuimos riqueza, disminuimos pobreza, eliminamos el analfabetismo.
Son experiencias que tengo para compartir al mundo.
¿Qué le inspiró a usted a lo largo de su trayectoria como activista? ¿En quién y qué se fijó para transformarse en el líder que hoy conoce todo el mundo?
Fui con mi familia del altiplano al oriente boliviano a sobrevivir. Recuerdo a mi mamá llorando todo el día cuando la cosecha se nos helaba en el altiplano por el clima de la noche. Me acuerdo que mi padre se había ido a tomar alcohol con mis tíos y vecinos y un día dijo: ‘aquí no vamos a prosperar nunca, hay sequía, heladas, granizadas, no hay comida’.
Teníamos maíz para desayuno, almuerzo y cena. Pero para tenerlo había que emprender semanas de caminata. Mi papá era solidario con mis tíos, pero mi mamá se preocupaba por cuando se acabara.
Por eso nos fuimos, para sobrevivir. Trabajé como ocho años, coincidiendo con la dictadura de Luis García Meza. Cuando me propusieron ser dirigente sindical no quería porque estaba mejorando mi economía. Llegué al trópico con hacha y machete, pero en ese momento ya tenía motosierra, mejoraba mi economía. Finalmente acepté. Luego en 1995 me vinculé a lo político.
Nos preguntábamos, ¿cuándo los bolivianos nos vamos a gobernar? ¿Hasta cuándo nos van a gobernar desde arriba y afuera? Nos hicimos la pregunta en el movimiento campesino e indígena originario.
Veíamos que cuando no había dictadura, había falsa democracia, y siempre fuerzas externas, Estados Unidos, que venían a humillarnos y robarnos nuestros recursos naturales. Ahí vino nuestro instrumento político. Así surgió. A mí me sorprendió ser presidente. Nunca soñé poder hacer los cambios que hicimos. Tengo mi conciencia limpia. Nadie me puede decir que haya robado, que alguien me diga.
Fui el presidente que menos ganaba de salario en todo en todo el mundo. El presidente saliente ganaba 40 mil bolivianos y yo me lo bajé a 15 mil, unos dos mil dólares, y el resto de los funcionarios ganaba por debajo de Evo. Austeridad.
Ocho años sentí que castigaba a ministras y ministros, trabajadores del gobierno. Fuimos subiendo y ahora estaba ganando 21 mil bolivianos, pero los diputados ganaban 25 mil bolivianos.
No me estoy quejando. Siempre digo que llegué a la presidencia por la Patria y no por la plata, para luchar siempre por el pueblo.