Jorge, Alejandro e Isidro
Usted está aquí
Jorge, Alejandro e Isidro
En esta pequeña miscelánea no existe la intención de hacer leña de árboles caídos. Sólo una reflexión sobre el ascenso y caída de algunos políticos que transitaron con más pena que gloria por la vida pública de nuestro estado, personajes que difícilmente podrán destacar nuevamente en la política, a menos, claro está, que después de la tragedia venga una especie de farsa brumaria, que ya sería mucho decir.
Y es que la tragedia del exgobernador Jorge Torres López ha conmovido a las buenas conciencias de esta ciudad: verlo cargado de cadenas y siendo escoltado por agentes de la Interpol, como si se tratara de un torvo delincuente, ha sido un hecho impresionante para la aristocracia local. Se trata de un exgobernador interino que estuvo rodeado de siniestras almas corvas, los verdaderos delincuentes que hoy están libres gozando del botín robado. Mismos que lo traicionaron y que, seguramente, no han de ser ajenos al artero asesinato del joven Jorge Torres McGregor, sobrino de don Jorge, pasaje tenebroso de esta tragedia que mancha de sangre inocente a los traidores, un drama que hoy nos hace recordar ese pasaje melancólico con el que Rodrigo Caro le canta a las ruinas de Itálica; “…Oh cenizas desdichadas; las torres que con grandeza al aire fueron, hoy a su gran pesadumbre se rindieron…”. Y ante esa negra pesadumbre, ojalá que don Jorge tenga la entereza necesaria para soportar la dura prueba y que pronto pueda limpiar su ilustre nombre.
Alejandro Gutiérrez es otro coahuilense que incursionó en la política con triste resultado. El Diccionario Biográfico de don Arturo Berrueto poco abona al citar una secretaría particular al servicio del ministro Atanasio González. Tampoco destaca algo relevante como legislador que fue por la vía plurinominal. Lo peor se concatenó cuando Alejandro se arrimó al maquiavélico Manlio Fabio Beltrones, asunto que finalmente lo llevó a la cárcel, tal vez de un modo injusto, pues ya ve usted lo que dice el viejo dicho policíaco; “Nunca pidas comisión que no te den”, y eso de andar de carga maletas sin tener necesidad alguna fue un desastre. Alejandro lleva por nombre el del Grande de Macedonia, conquistador del mundo al que Plutarco compara en sus “Vidas Paralelas” con el gran emperador romano Julio César. Desgraciadamente Gutiérrez siempre confundió lo grande con lo grandote y antepuso la soberbia a su actuación. Alejandro será grande cuando empiece a ser humilde. Verá cuán fácil será recuperar su nombre y su prestigio. Pero, ¿quién es nadie para arrogarse la calidad de consejero? Tal vez el suscrito, al que alguna vez Alejandro dejó con la mano extendida.
Isidro López Villarreal es otro junior de Saltillo que le dio por la política. Un gris panista que llegó de alcalde gracias al PRI. Los saltillenses lo recuerdan con el resquemor de las fotomultas. No hay mucho que agregar sino que Chilo nos recuerda a don Tancredo López, aquel torero valenciano sin gracia y salero que inventó la suerte taurina de quedarse inmóvil en el ruedo. Lance que don Chilo ejecutó como alcalde de Saltillo para salir por la puerta chica de la presidencia municipal y luego fracasar como candidato a una diputación federal. Don Chilo y don Tancredo, vidas paralelas. No hay más que decir.