El Quijote II, 43

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El Quijote II, 43

Cuando don Quijote da a Sancho Panza sus “consejos segundos” porque ya pronto partirá a la Ínsula Barataria para ser su gobernador, la conversación que sostienen deriva una vez más al tema de los refranes. Don Quijote reprocha de nuevo al escudero que suelte refranes uno tras de otro, sin ton ni son. Le dice: “Yo te aseguro que estos refranes te han de llevar un día a la horca, por ellos te han de quitar el gobierno tus vasallos”.

Sancho le responde que sus refranes son todo el patrimonio que tiene. Agrega: “Y ahora se me ofrecen cuatro, que vienen aquí pintiparados…pero no los diré, porque al buen callar llaman Sancho”.

A don Quijote le entra curiosidad y quiere saber cuáles son esos cuatro refranes que Sancho dice le “ocurrían ahora a la memoria”. El escudero accede y los menciona. Uno de ellos es: “SI DA EL CÁNTARO EN LA PIEDRA, O LA PIEDRA EN EL CÁNTARO, MAL PARA EL CÁNTARO”.

Sebastián de Covarrubias, contemporáneo de Cervantes, explicó en 1611 el significado de este refrán así: “No es bueno tener contienda con los poderosos, que son piedras duras, y los pobres barro delgado”. Su invocación por Sancho viene muy a propósito puesto que al decirlo riñe precisamente con su amo, don Quijote.

César Vidal, cervantista hispano, escribe que este refrán quiere dar a entender que “es imposible para el débil enfrentarse con éxito al fuerte por muy cargado de razón que esté. También se utiliza en el sentido de que son los débiles los que pagan siempre las consecuencias”.

En el capítulo 20 de la primera parte de la novela el refrán sólo dice: “Mal para el cántaro”.

Alguna semejanza literal, aunque no en su significado, guarda el proverbio mexicano que reza: “Tanto va el cántaro al agua, hasta que se quiebra”.

@jagarciavilla