La Cartilla Moral y el "árbol que da moras"
Usted está aquí
La Cartilla Moral y el "árbol que da moras"
El Alazán Tostado, Gonzalo N. Santos, revolucionario que entró a la política y llegó a ser gobernador de San Luis Potosí en 1943, decía que "la moral es el árbol que da moras".
Hablar de moral es un tema muy complejo en una idiosincrasia tan laxa, permisiva y pragmática como la nuestra.
La corrupción no se combate creando conciencia, sino poniendo candados para dificultar los negocios privados y endureciendo las penas a quienes logren su objetivo. La sabiduría popular dice que "con el arca abierta, hasta el justo peca". Sin embargo, el objetivo primordial de este documento, se ha dicho en varias ocasiones, es contrarrestar la crisis de valores que acecha a nuestro país.
En estos tiempos de la Web, las redes sociales y los medios electrónicos de comunicación, difícilmente un documento impreso, como la cartilla, tendrá impacto.
Esta obra la edita la SEP, pero está redactada en lenguaje para adultos. No está claro cuál es el perfil de lector que se persigue. Por ello, le falta la frescura, uso del lenguaje y formas de expresión de las actuales generaciones. Responde a las condiciones de la época en que fue concebida y realizada. En 1944, don Alfonso Reyes la redactó. Eran tiempos en que la gente leía, y el mexicano confiaba en las instituciones públicas. Este documento refleja la problemática de la 4T: muy buenas intenciones pero la ejecución desenfocada del objetivo primordial.
Vivimos una crisis de valores de todo tipo. Sin embargo, las soluciones deben ajustarse a estos tiempos. El contenido de este documento son doce temas y dos resúmenes. La 4T pretende resolver problemas del presente con soluciones del pasado y esa ha sido la constante en las grandes decisiones nacionales.
Los cuestionamientos principales de los críticos de esta obra van en el camino de, si desde el gobierno de la República puede generarse un proyecto moral sin afectar el principio básico de la separación del estado y la iglesia, esencia del legado del presidente Benito Juárez, quien jamás dejó de ser católico aunque también fuese masón. Sin embargo, esta controversia se remite al tema religioso.
Debemos entender que sí existe un enfoque de la moral pública que al Estado le compete promover a través de la educación escolar. Este es el enfoque a la moral social, o sea aquella que tiene como objetivo formar buenos ciudadanos. Esta es una visión pragmática de respeto al prójimo y la convivencia social.
Tradicionalmente la formación de buenas personas, con valores morales profundos, tendientes a una espiritualidad alineada a una visión teológica, es el reto de las iglesias y el enfoque educativo debe ser decisión familiar.
Quienes cuestionan la viabilidad de la educación moral a través de la escuela, sin hacer las consideraciones pertinentes, simplemente siguen los estereotipos de los dogmas políticos e ideológicos. Lo que no debe hacer la educación moral que proviene del estado, es tratar de influir en los valores religiosos del ámbito personal e íntimo.
Hoy vemos que independientemente de su capacidad de influir en la moral pública, la cartilla moral que promueve la 4T en su contenido temático traspasa ligeramente la frontera que divide a la moral social de la moral religiosa y hasta parece que pretende evangelizar.
Además, desde el momento en que se decidió realizar su distribución a través de la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas, que preside el ministro Arturo Farela, este hecho adquiere un sesgo religioso, pues este documento pagado con dinero público, será entregado en eventos masivos y además casa por casa por pastores de su iglesia.
Esta concesión a la Confraternice que preside el pastor evangélico Arturo Farela, sí es un atentado contra el concepto de estado laico, pues siendo vehículo de esta entrega, difícilmente los pastores no aprovecharán la oportunidad de evangelizar a la familia que le abre las puertas de su hogar.
Como vemos, las buenas intenciones no siempre concluyen en buenas acciones. ¿Usted cómo lo ve?