El artista suizo Hans Ruedi Giger nació en plena Segunda Guerra Mundial, con Alemania y el conflicto muy cerca de su hogar y creció en una Europa dividida por la Guerra Fría y por lo mismo las pesadillas fueron parte de desarrollo como persona.

Sin embargo en el arte encontró una manera de enfrentarse a ellas, pero en lugar de convertirlas en su contraparte hermosa decidió apropiarse de ellas y convertirlas en su muy particular estilo.

Esta estética biomecánica de la cual H. R. Giger es uno de los pioneros en el arte llegó a las masas con su libro de ilustraciones “Necronomicon” de 1976, bautizado en nombre del grimorio mítico de H. P. Lovecraft, el cual llegó en 1978 a Ridley Scott, quien entonces estaba comenzando la producción un filme que a su vez revolucionaría el cine de terror: Alien.

“Le di un solo vistazo y nunca estuve tan seguro de algo en toda mi vida”, comentó el director para la revista Starlog en 1979, “estuve convencido de que debía tenerlo en la película”.

Scott mencionó después en un libro dedicado al arte de Giger que las dos litografías que inspiraron al Xenomorph, “Necronom IV” y “Necronom V”, además de toda la estética del suizo, combinaban su visión de tener una criatura a la vez terrorífica y bella.

Cuando comenzó a trabajar en la película, aunque él quería diseñar una criatura nueva desde cero el director le pidió basarse en las ilustraciones antes mencionadas, y pronto dedicó sus esfuerzos a realizar esculturas de las cuales el “facehugger”, la criatura que implanta las huevos de los aliens en las personas, fue la primera en ver la luz.

Cuando le tocó el turno al monstruo titular Giger decidió no ponerle ojos pues consideraba que “sería mucho más terrorífico si nadie podía ver hacia dónde miraba”, y vaya que tenía razón.

Desde su estreno un 25 de mayo 1979 “Alien” se volvió un clásico de culto casi instantáneamente, con la criatura como uno de los más icónicos antagonistas del cine, con 8 películas, spin-offs y videojuegos donde el imaginario de H. R. Giger permanecerá por siempre, incluso a 5 años de su muerte en mayo del 2014.

Su obra, realizada siempre en escala de grises con tonalidades azules y ocres oscuras, presenta no sólo este tipo de bestias sino también escenarios completos de otros mundos, figuras humanoides y una implícita —y a veces no tanto— sexualidad que ha inspirado a muchos otros artistas a través de los años.

Considerado un surrealista, de hecho su trabajo comenzó a ganar mayor popularidad cuando su ídolo Salvador Dalí lo presentó con Alejandro Jodorowsky cuando este útlimo trabajaba en la adaptación cinematográfica de Dune, que aunque no llegó a fruición sí le abrió las puertas en la industria del cine, lo que al final resultó en la creación de su más grande obra.