No bastó el esfuerzo diplomático, ni mucho menos el cuidado y la prudencia en cada una de las palabras de José Ángel Gurría en su visita a México hace poco más de una semana. No fue suficiente tampoco el espaldarazo que el mismo Secretario General de la OCDE, brindó a la descabellada idea de utilizar los Fondos de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios (FEIP) para “salvar” a PEMEX.

A final de cuentas, el quien fuera secretario de Hacienda en el sexenio del presidente Ernesto Zedillo, pecó al tener la osadía de advertir al Gobierno de México, que la estabilidad del país se encuentra en riesgo, de no corregirse la situación de PEMEX. No obstante la realidad que muestran los estados financieros de PEMEX y que las cifras de extracción de crudo, son escalofriantes e implacables.

A pesar de eso, el presidente López Obrador no escatimó en despotricar contra Gurría, señalando que carece de autoridad moral para criticar al haber sido parte de los funcionarios que provocaron la crisis de 1995. Se le olvidó al Presidente que al descalificar a Gurría en lo personal, en el plano institucional esta acción se percibe como una rabieta infantil del Gobierno de México hacia la OCDE.

Sobra decir que José Ángel Gurría se excedió en gentilezas diplomáticas, cuando en la misma visita comentó que sí era posible lograr una tasa de crecimiento del 4% en promedio durante el sexenio -tal y como lo ha prometido el Gobierno- siempre y cuando se consolide un auténtico estado de derecho.

Lo anterior, no obstante que la misma OCDE había bajado días antes el pronóstico de crecimiento de México para este año, pasándolo de 2% a 1.6% y para el año 2020 lo redujo de 2.3% a 2%. Incluso un par de días antes la misma Secretaría de Hacienda, en su Informe sobre la Situación Económica, las Finanzas Publicas y la Deuda Pública, correspondiente al primer trimestre, redujo su estimado de crecimiento para el 2019 ubicándolo en 1.6%, menor al 2% utilizado en los Criterios Generales de Política Económica.

Más allá de estar en acuerdo o en desacuerdo con este intento de argumento esgrimido por quien despacha en Palacio Nacional, la realidad es que preocupa la cerrazón de la actual Administración por anteponer ideologías y fobias políticas sobre los datos duros y la realidad que se presenta en el día a día.

En un sentido más estricto, la lista de riesgos para la estabilidad económica del país no solamente incluye a PEMEX. También podríamos añadir algunos como los siguientes: 1) la incertidumbre sobre ratificación del T-MEC; 2) el recrudecimiento de la guerra comercial China-EU; 3) el repliegue en la implementación de las reformas educativa y energética aprobadas el sexenio anterior; 4) la incertidumbre percibida por los empresarios sobre la estrategia a seguir en la política económica del país y su impacto en la inversión…

…y así la lista podría continuar.

Guillermo E. Garza de la Fuente
* Economista y Catedrático

de la Facultad de Economía

de la UAdeC