Loma Linda y la supervivencia
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Loma Linda y la supervivencia
Los auténticos hombres de estado siempre nos han demostrado que la verdadera autoridad se mide por el modo en que resuelven los más graves conflictos sociales de su régimen gubernamental.
Ejemplos hay muchos, y es digno de mención el de Giulio Andreotti (un clásico de derechas) y su polémica “Estrategia de la Tensión”, una campaña sin cuartel contra los atentados de las Brigadas Rojas en Italia. “Estrategia de la supervivencia”, le llamaron otros a esa lucha a muerte contra el terrorismo.
De la izquierda exitosa bien podemos mencionar a Felipe González y el caso de los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación) que operaron en España durante su gobierno para combatir el terrorismo criminal de ETA (Euskadi Ta Askatasuna), otro caso exitoso de pacificación.
Claro que no es el caso de México, donde el Estado lleva años luchando contra el terrorismo de delincuentes comunes, nada que ver con una lucha política-ideológica, pero que han resultado ser los más beneficiados con el activismo de los derechos humanos a pesar de que son malandros que secuestran, extorsionan, envenenan y asesinan a mansalva amparados por un humanismo trasnochado y por un sistema de justicia penal que es un verdadero galimatías, la gran puerta de la libertad para criminales de las cárceles de México.
Y tenga usted la plena seguridad de que los delincuentes de la Loma Linda, de no haber sido abatidos, difícilmente hubieran sido mantenidos en la cárcel, ya sea por fallas en la redacción de un expediente, por corrupción judicial o por derechos humanos, por cualquier motivo, pero estos delincuentes iban a seguir matando, como lo hicieron con la jovencita que masacraron días antes de su contención.
¿Acaso no tenemos derecho los ciudadanos de Saltillo a una estrategia de la supervivencia que nos evite volver a los hechos sangrientos de 2011?
Al citar la Estrategia de la Tensión en Italia, los GAL en España, también a los paramilitares británicos contra el terrorismo del IRA o la lucha de Alemania contra el terrorismo de la banda Baader-Meinhof, no estamos insinuando que se violen los derechos humanos de nadie sino reflexionar sobre el abuso actual, hasta el hartazgo del activismo humanista en un país sumido en la violencia y la inseguridad, donde ahora se agrede a policías, marinos y soldados que son atacados y no se atreven a responder por el temor desmedido a violar los “derechos humanos” de sus atacantes.
Ahora sabemos que el derecho a la supervivencia nos lo garantiza el Estado fuerte, un buen gobierno y policías responsables que, como en el caso Loma Linda, repelieron una agresión armada con el uso de la fuerza que les confiere la ley. Nada más, pero nada menos.
Y ante estos hechos recientes de Saltillo, hay una autoridad firme que bien parafrasea a Albert Camus y que nos ayuda a recuperar la confianza: “Tenemos que volver a coser aquello que se ha desgarrado, hacer nuevamente concebible la justicia en un medio tan evidentemente injusto, hacer que vuelva a adquirir significado la felicidad para un pueblo que en el pasado reciente padeció el flagelo de la violencia y la inseguridad”.