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Llama obispo de Saltillo a feligreses a vencer al pecado
“Nuestro Señor no murió porque sí, sino para rescatarnos de la miseria del pecado”, sentenció el obispo de Saltillo, Raúl Vera López, después de la Liturgia de la Pasión de Cristo y el momento de su crucifixión.
Dentro de las celebraciones del Viernes Santo, ayer en la Catedral de Santiago se llevó a cabo la Liturgia de la Pasión de Cristo, en un momento que representa el luto y el dolor de los cristianos por la muerta del Mesías. El obispo Vera llamó a los fieles a continuar con la misión que inició Jesús.
“La crucifixión de Cristo y su muerte no terminan ahí y esto lo dice con toda claridad el profeta Isaías. Este es el cuarto poema el libro del profeta Isaías y habla de un varón lleno de dolores, cuya vida nadie contaba, lleno de sufrimientos donde su rostro golpeado, su cuerpo maltratado daba la impresión de que no era un ser humano”, dijo Vera López.
Después de la descripción a detalle de las horas previas y la propia crucifixión de Cristo, Vera aseguró que en la actualidad se sigue replicando la multiplicación del pecado humano, lo cual se refleja en distintas conductas.
“Vemos la variedad de los pecados, que se han multiplicado en el sufrimiento humano. Escuchamos hablar de personas desaparecidas, jóvenes adictos a la droga, personas acabadas por el alcohol, personas que no tienen qué comer porque tienen un salario muy bajo o no lo tienen”, dice.
“Los misterios que ahora nosotros celebramos tienen que ver con la vida de todos nosotros. No es una celebración, ahora a nosotros nos toca actuar contra Satanás, porque esto es la vida cristiana. Nuestro Señor no murió porque sí, sino para rescatarnos de la miseria del pecado”.
Para Vera, a lo largo de la historia han muerto cristianos que no permitieron que el mal hiciera de las suyas y es algo que se sigue viviendo en la actualidad, pero que la gente tiene que dejar crecer a la Iglesia, pues la muerte y resurrección de Cristo va contra el pecado y siempre a favor de la vida.
“Esto es la Pasión del Señor, es la presencia en la historia de la acción poderosa de Cristo para destruir el pecado y que brote la vida como Dios la quiere”, concluyó.