Ya vienen

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Ya vienen

Ilustración: Vanguardia/Esmirna Barrera
Este relato es una muestra del trabajo creativo del equipo de Redacción y colaboradores de esta casa editorial; encuentra un nuevo texto cada semana

Por: ÁNGEL LÓPEZ PARRA

Cuando nos vimos por primera vez, nos miramos de reojo, por encima del hombro. No podía ser de otra manera, a ti te ataba la esclavitud de un viejo régimen social y yo no debía mirar a alguien más, pues solo obedecía las órdenes de una fantasía interpersonal.

Cronos, tan indolente como siempre, nos fue arrancando del mapa poco a poco al punto de rozar el olvido.

En la noche más oscura nos volvimos a encontrar, casi irreconocibles nos contemplamos frente a frente sin parpadeos, sin distracciones. Éramos dos extraños que deseaban tanto mirarse en el espejo, reconocerse en los ojos del otro. Después de la primera palabra la charla se desbordó, horas, tal vez días enteros: los consejos, las ideas, los recuerdos, las risas iban y venían sin parar, al igual que nuestros pasos. Deseábamos tanto ser escuchados que no supimos cuándo callar.

Todo lucía distinto ahora, éramos dos seres experimentando la libertad por primera ocasión, era lo más valioso que poseíamos y lo mejor que pudimos hacer fue compartirla.

Nuestros pies se detuvieron a la orilla de un río de luces: destellos de colores cálidos embravecían el caudal, estrellas fugaces aquí y allá; pequeñas perlas hechas de chispas adornaban en fila el fondo. Un discreto puente nos invitaba a contemplar desde ahí la majestuosidad del río que se veía a veces en calma, a veces furioso.

La plática cesó, el silencio nos abrazó y aconsejó; nos habíamos buscado por décadas y ahora que nos encontramos, nos reconocimos, curamos nuestras heridas y le gritamos al mundo nuestra libertad. No había nada más que decir, era momento de nadar. No hubo necesidad de quitarnos la ropa, pues las palabras nos habían desnudado ya.

Nos paramos al borde del puente, mirándonos de reojo nos tomamos de la mano y saltamos. Al caer, la corriente se detuvo, cada segundo transcurría con increíble lentitud, las estrellas, las perlas dejaron de brillar; todo se volvió color carmesí.

Con los ojos entre abiertos vi cómo me sonreíste, mientras yo te susurraba: “ya vienen las sirenas”.

FIN

 

 

Ángel López Parra, diseñador

Nació en el Estado de México pero cuando tenía cuatro años su familia se mudó a la ciudad de Saltillo. Lugar en el cual crece. Egresado de la Escuela de Artes Plásticas de la UadeC, es diseñador gráfico. Tiene dos traviesas hijas a quienes les lee primero la mayoría de sus cuentos, en los cuales exploro la fantasía, el amor, los tiempos paralelos, la ciencia ficción y la melancolía, entre otros temas. En 2015 participó en el Taller Literario El Aleph, coordinado por Alejandro Pérez Cervantes.

De febrero a junio del 2016 acudió al Centro Cultural Universitario (UAdeC), para participar en el taller de Creación Literaria impartido por Marlén Curiel. Incursionando por primera vez en poesía.