Lo que la Danza nos da

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Lo que la Danza nos da

“El objeto de la enseñanza de la danza es hacer mejores a los seres humanos”. UNESCO
Desde el carácter mágico, espiritual y utilitario de las danzas primitivas; la solemnidad y convencionalismo de las Danzas arcaicas; su carácter social durante el renacimiento y barroco, su academización con el Rey Sol, quien además de ser bailarín, la hizo obligatoria para sus guerreros, y para quien aspirara a algún título nobiliario; hasta su llegada al escenario como arte profesional; la Danza ha acompañado al hombre enriqueciéndose y desarrollándose conforme éste y su cultura evoluciona, cumpliendo una importante labor social.

En nuestros días, son muy variados los motivos por los que una persona se inscribe en una clase de Danza: desde quien busca un pasatiempo para complementar su formación académica; quien busca mejorar su postura o su figura, con la práctica de una disciplina física; por recomendación de un ortopedista para corrección del pie plano; hasta aquel que la busca como un proyecto de vida y carrera. Independientemente del motor de su acercamiento, una vez que el ser humano se interna en este mundo, de manera inevitable podrá recibir múltiples beneficios.

La Danza es bien conocida como una de las disciplinas más completas, ya que, a diferencia de otras disciplinas meramente físicas o artísticas, en ella el ejecutante desarrolla simultáneamente los ámbitos físico, cognitivo y psicosocial. Numerosos estudios han comprobado la eficacia de la Danza en estas áreas del desarrollo humano.

En 2013, la Federación Española de Asociaciones de Docentes de Educación Física publicó una revisión sistemática de 15 artículos con estudios realizados en Canadá, Suecia, Inglaterra, Alemania, China, Grecia y Estados Unidos analizando la influencia positiva de la danza sobre la salud mental, encontrando que los sujetos mejoraban los niveles de los siguientes indicadores de salud mental: estados de ánimo (depresión, niveles de energía, stress, ansiedad, angustia, preocupación); relaciones sociales y con los padres, autoestima, bienestar, salud autopercibida, confianza en sí mismo, autoimagen corporal y calidad de vida.

La Universidad Federal de Ciencias de Porto Alegre, Portugal, también confirma la influencia de la Danza en la memoria y la atención, en su estudio de 2015. En su libro “El Niño y La Danza”, Robinson menciona que ésta despierta facultades como la observación, memorización, asociación, análisis, disociación, síntesis, previsión, conceptualización, combinación, entre otras. Laban agrega que la danza optimiza las facultades sensoriales, incluyendo el sentido cinestésico, encargado de percibir el esfuerzo muscular,  el movimiento y la posición del cuerpo en el espacio, informando las sensaciones del cuerpo estático y en movimiento, incluyendo su extensión, contracción, velocidad y posición.

Al trabajar el desarrollo de las áreas básicas de la psicomotricidad, fortalece también el desarrollo de los procesos cognitivos básicos y superiores: aprendizaje, motivación, pensamiento, inteligencia, razonamiento lógico, cálculo, etc. y de las funciones ejecutivas como planeación, seguimiento y concreción de metas y objetivos; además de lograr la estimulación de ambos hemisferios cerebrales a través de la bilateralidad del movimiento.

En el ámbito físico sus bondades son más fáciles de observar en el mejoramiento de la colocación correcta del cuerpo: la alineación ósea y muscular que garantizan una buena postura mediante el acondicionamiento físico requerido por esta disciplina: fortalecimiento muscular, resistencia cardiaca y pulmonar, así como elasticidad y flexibilidad en músculos y articulaciones.

En el plano psicosocial, muchas padres han comprobado cómo sus hijos muestran un autoconcepto sano y un nivel de autoconfianza que fortalece sus habilidades de interacción y le permite mejorar su competencia social.

La Danza también se ha relacionado con el tratamiento de ansiedad y depresión, por estimular la liberación de dopamina, adrenalina y noradrenalina, además de elevar el nivel de endorfinas que proporciona una sensación de bienestar.

Finalmente, y precisamente volviendo al principio: al plano espiritual de la Danza como medio de introspección que a la vez trasciende como medio de expresión, de comunión entre quien la da y quien la recibe en un flujo eterno de energía, en el que todos somos uno, ahí está, la Danza, generosa, entregando a manos llenas a quienes se acercan y a quienes se entregan, experimentando la plenitud y felicidad; que como la UNESCO lo menciona, logra hacer mejores a los seres humanos.