Porque la comunidad tiene derecho a saber #MetooEscritoresMexicanos #MetooPeriodistas
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Porque la comunidad tiene derecho a saber #MetooEscritoresMexicanos #MetooPeriodistas
El mundo se detuvo para nosotras el sábado pasado, cuando comenzamos a leer las primeras denuncias por acoso, hostigamiento y abuso ejercidos por escritores de todo el País.
Aquí, en Coahuila, en Saltillo en particular, la vorágine comenzó un poco antes: el 9m. Cuando un grupo de estudiantes de la Facultad de Jurisprudencia de la UAdeC organizó un buzón de denuncias, los resultados fueron devastadores: acoso, violencia, imágenes que dejaban al descubierto nuestra intimidad y destrozaban nuestra confianza. Acciones que nos mostraban los síntomas de una sociedad sumergida en las violencias machistas.
Así que cuando apareció el #MetooEscritores y enseguida el #MetooPeriodistas, el pasado nos estalló en la cara. Nos dimos cuenta que las heridas que creíamos sanadas siguen abiertas. Volvimos a llorar solas y en silencio. Volvimos a sentir miedo, culpa y asco. Quizá confesamos por primera vez lo que habíamos pasado y detectamos que por mucho tiempo normalizamos esas violencias.
Las denuncias siguieron y nos reconocimos en muchas de las historias. Algunas nos atrevimos a mandar un DM o un correo, otras escribimos la denuncia y nunca nos atrevimos a mandarla. Luego volteamos al lado. Miramos a la otra que estaba llorando en silencio. Nos reunimos para reconocernos, para sentirnos y acompañamos. Nos encontramos para observar que otras, como nosotras, son víctimas y no se han dado cuenta. Tocamos nuestras heridas. Nombramos a nuestros agresores y nos dimos cuenta que no estamos solas. Somos muchas las agraviadas por un grupo de sujetos que han abusado de su “poder” de decisión en los ambientes culturales y artísticos de la entidad.
Somos la amiga a la que le tocaste los senos sin su consentimiento, mientras estaban trabajando y tú eras su jefe. Somos la lesbiana a la que le prometiste que le ibas a curar la homosexualidad si te decía que sí. Somos la artista a la que acosaste y prometiste proyección, y que, cuando te dijo que no, la eliminaste de la escena cultural. Somos la mujer a la que vigilaste afuera de su casa, celaste, le lloraste porque estabas “enamorado” y, al mismo tiempo menospreciabas por no querer acostarse contigo. Somos la conductora de televisión a la que ridiculizaste al aire por su orientación sexual diversa, y a quien emborrachaste para intentar abusar de ella.
Somos la diseñadora que tuvo que renunciar a su trabajo porque la acosabas cuando eras su jefe. Somos la chica a la que no dejabas salir de tu casa, si no te daba un beso. Somos la amiga de la que te aprovechaste cuando estaba borracha y dormida. Somos la chica a la que insultaste por Facebook. Somos la que, con el pretexto de tomarle fotos, manoseaste. Somos unas de tus modelos a las que fotografiaste para luego lucrar con nuestra imagen so pretexto de ser “arte”. Somos la que besaste a la fuerza cuando estabas borracho. Somos la amiga a la que violentaste. Somos todas las que acosaste por años. Somos las que los han nombrado y también las que siguen temblando de miedo. Somos muchas. Cada una viviendo su proceso; pero ahora estamos juntas y ya no vamos a callar.
Queremos que los culpables tengan un castigo, que reconozcan el daño que nos han hecho y se responsabilicen de sus actos. En los casos que lo ameritan, se interpondrán las denuncias penales o se solicitará el inicio de procedimientos administrativos. Y, una vez “reparado” el daño, queremos igualdad de oportunidades para trabajar sin miedo, sin violencias, sin acoso, sin temor a represalias.
¿Qué sigue? Sigue decirles que ya no vamos a callar. Que somos muchas y los vamos a estar vigilando. No vamos a permitir que se nos violente una vez más. Esta vez vamos a gritar con todas nuestras fuerzas para que las más jóvenes se pongan alertas, para que no experimenten este horror. No vamos a pagar ningún precio (más allá de nuestro trabajo) por ejercer la profesión que hemos elegido. Nos estamos reorganizando y (re)construyendo. Esta vez no vamos a huir.
Sigue exigir al Estado cumplir con su obligación de garantizarnos el ejercicio pleno de nuestras profesiones y la eliminación de violencias; que las instancias culturales de nuestra ciudad dejen su cómoda posición de observadores, se posicionen y brinden las condiciones necesarias para que las mujeres reciban apoyo, seguimiento y contención.
¿Qué autoridad se va a hacer cargo de canalizar toda esta energía enrarecida y de encausar a buen término esta catarsis comunitaria? No queremos “una reunión con directores y coordinadores de la dependencia”, diálogo a puertas abiertas. Necesitamos mecanismos de denuncia segura y confiable, tolerancia cero ante el acoso u hostigamiento, así como establecer protocolos para atender las quejas y denuncias.
Necesitamos espacios culturales con, al menos, un código de ética...
Sólo queremos vivir en paz, sin violencia. Ahora estamos juntas: “¡Nunca más vamos a estar solas. No volveremos a callar!”.
Atentamente
Colectivo de artistas, escritoras, fotógrafas, diseñadoras, ilustradoras, editoras y promotoras culturales.