Conocido como “el pueblo de maíz”, no es de extrañar que la dieta de cada mexicano incluya poco más de 336 kilos al año de este grano en su dieta.

 Tampoco, que otros alimentos que conviven con el maíz en forma de tacos, quesadillas, sopes, gorditas o chilaquiles, como el chile verde (18.1 kg), jitomate (15.2 kg), cebolla (10.5 kg), frijol (10.2) y aguacate (8 kg), tengan también una alta cantidad de ingesta anual per cápita, según se desprende del Atlas Agroalimentario 2012-2018, editado por la ex Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa). 

Al maíz le siguen, según el Atlas, el trigo en grano con 64 kilogramos al año, y la soya, con casi 39, dado que ambos alimentos sirven para preparar o complementar la comida. Después, destacan los ya enumerados que sirven para preparar salsas o condimentar los platillos. 

Pero hay también legumbres y frutas de consumo marginal. De garbanzo, por ejemplo, cada mexicano consume en promedio al año apenas ¡37 gramos!; de arándano los 100 gramos, de pera y berenjena de 900, kilo y medio de durazno, 1.6 kg de pepino y calabacita, y un kilo 800 gramos de uva. 

En cada ficha que el Atlas le dedica a un alimento específico se incluye una tabla con los nombres de las entidades que destacan como principales productores. Además de verduras y frutas, el Atlas también consigna los consumos de carne. 

El animal favorito de las mesas mexicanas es el pollo, del que se adquieren 30.6 kilogramos anuales per cápita, el doble del consumo de carne de res (15.1) y cerdo (17.2). 

Lo que casi no come el mexicano es pescado. Apenas 5.7 kilogramos de sardina, 2 kilogramos de mojarra, 1.6 de camarón y un kilo 100 gramos de atún. La langosta (25 gramos), solo si se asiste a una boda fifí.