El legado económico de EPN (II/II)

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El legado económico de EPN (II/II)

En la entrega anterior, comentábamos en este espacio los logros que en materia económica, el gobierno del Presidente Peña Nieto heredará a la administración que le sucederá. Se destacaban tanto la ambiciosa agenda reformista como el buen posicionamiento en varios indicadores macroeconómicos, siendo el caso de las exportaciones, empleo, consumo privado, así como lo relacionado con la recaudación tributaria, logrando disminuir de manera importante la dependencia de los ingresos petroleros.

Toca ahora el turno de pasar lista a los desaciertos u omisiones que en materia económica incurrió el actual gobierno, y que de no haber caído en ellos, habrían cambiado el destino del País para bien.

En primer lugar, tendríamos que iniciar con una de las promesas de campaña del entonces candidato Peña Nieto en el sentido de no incrementar, ni aplicar nuevos impuestos. En este sentido, es el único punto en el cual flaqueó la ambiciosa agenda reformadora con la que inició su mandato. Esa tan añorada reforma fiscal que incrementara nuestra raquítica recaudación tributaria como proporción del PIB, nomás no se consideró.

Sin duda el Presidente Peña Nieto, no quiso asumir el costo político de una decisión de este tipo, que habría fortalecido las finanzas públicas del País.

Aunque se podrá argumentar, que cumplió en este rubro al lograr incrementar la recaudación tributaria, lo cierto es que con la caída de los ingresos petroleros a causa de la menor plataforma de producción de crudo y un precio más bajo, en términos totales, la recaudación como proporción del PIB siguió en los mismos niveles con los que recibió el mandato.

Siguiendo en materia de finanzas públicas, la gran crítica será el explosivo aumento que registró durante su sexenio la deuda pública. Medida a través de su indicador más amplio, el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público, pasamos de un 37.2% del PIB en el año 2012 a un 48.7% en el 2016, para luego bajar ligeramente a un 46% del PIB en el 2017.

Un incremento de la deuda pública de once puntos porcentuales del PIB, sin ninguna razón de peso que lo justificara, ya que nunca hubo de por medio una crisis económica, que validara la implementación de políticas fiscales expansivas.

Adicionalmente y hablando todavía de temas fiscales, la gran oportunidad que dejaron escapar tanto Peña Nieto como sus tres Secretarios de Hacienda en su momento, fue la de implementar el Consejo Fiscal que tanto se cansó de recomendarnos el Fondo Monetario Internacional y que posteriormente la Coparmex tomó como bandera de batalla.

Era una oportunidad histórica, no solo como un paso importante para despolitizar las decisiones estratégicas de finanzas públicas del País, sino también para mandar una señal inequívoca a los mercados de que existía la intención de corregir a fondo el problema de la deuda pública que casi se nos salía de control.

Y quizá lo más trascendental, de haberse aplicado esa medida, es que se le hubiera atado de manos al próximo Gobierno en el tema presupuestal. Una preocupación que muchos comparten en el sentido del uso irresponsable que se le pueda dar al gasto público y los trastornos que ello pudiera ocasionar en términos de estabilidad fiscal.

Y para cerrar la materia fiscal, dos pendientes más. Una reforma al sistema de pensiones que no se buscó, en un intento de desactivar la bomba de tiempo que se nos vendrá en poco tiempo en la materia. Y por otra parte, la liberalización en el precio de las gasolinas que no se completó del todo.

Por último, —aunque quizá en este punto pecaremos de precipitados y sólo el tiempo emitirá la sentencia más justa al respecto— pero nos deja un mal sabor de boca en la parte final de la Administración del presidente Peña Nieto, las cesiones inexplicables que se otorgaron en la renegociación del TLCAN.

Queda la impresión que no supimos, o no quisimos o no tuvimos el arrojo para llevar las negociaciones a un punto tal, en el que si bien existía el riesgo de tensar de más los acuerdos,  se le sacará el máximo provecho a amplios espacios de apoyo empresarial, político y social en el vecino país en defensa del TLCAN original.

* Economista y catedrático de la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Coahuila